El «muro de Berlín en América» (el bloqueo por 53 años de Estados Unidos contra Cuba), empieza a caer. Aunque sólo sea en partes, ya que el levantamiento integral del bloqueo económico requiere de una decisión del Congreso, ahora dominado por un sentimiento contra el gobierno cubano.
Más aún, la acción ejecutiva de Barack Obama podría revertirse si a la Casa Blanca llega un presidente republicano simpatizante del «Tea Party», es decir, del ala radical.
Corta en sus alcances, el inicio de normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba es sin embargo larga en sus implicaciones. Especialmente para Estados Unidos, Cuba y, por supuesto, México.
Estados Unidos: El presidente Barack Obama busca cerrar su doble mandato corriendo en forma, no acorralado ni frenado por un Congreso adverso. Trae una agenda de cierre cuyo principal objetivo es hacer ganar nuevamente al partido Demócrata en la contienda presidencial del 2016, y para ello rehace las alianzas con los grupos hispanos que lo llevaron al triunfo en 2008 y 2012 (especialmente mexicoamericanos y cubanos), y que se alejaron en las elecciones intermedias de este año.
El grupo cubanoamericano de Miami es el más fuerte opositor al levantamiento del bloqueo y uno de los patrocinadores más fieles de los republicanos, pero el resto de esta comunidad en los Estados Unidos no se ha pronunciado en contra ni lo haría si percibe que Cuba empieza a abrirse en los próximos meses.
De esta forma, las dos acciones ejecutivas poselectorales más importantes de este año (reforma migratoria parcial y levantamiento limitado del bloqueo cubano) llevan esa clara intencionalidad política, de acercarse a sus bases por un lado y diferenciarse del Congreso por el otro. «Yo sí cumplo, pero ellos no nos dejan». «Yo sí puedo, pero ellos no quieren».
Por lo pronto, Obama va ganando la partida a nivel internacional. Sin embargo, el reto es que ese buen impulso externo se traduzca en simpatías y votos de los ciudadanos norteamericanos hacia su partido en el 2016.
Y en este aspecto, lo que más cuenta es la situación económica (empleo y dinero en el bolsillo de los norteamericanos), que una medida migratoria parcial o un levantamiento comercial limitado.
Por lo pronto no se ve a un presidente norteamericano encerrado en la Casa Blanca, sino corriendo como gamo, y detrás de él a los congresistas republicanos tratando de lazarlo y cazarlo.
Cuba: El gobierno de Raúl Castro recibe un tanque de oxigeno con la reanudación de relaciones diplomáticas. Es un reconocimiento de facto y de jurea su gobierno por parte de Washington. Su política de apertura y liberalización gradual de la economía isleña recibe un aval financiero y comercial tan necesario en estos momentos de virtual estancamiento.
La flexibilización de las restricciones de viaje para los estadounidenses, la reanudación de la actividad bancaria entre ambos países, el aumento del monto permitido de las remesas que los norteamericanos envían a la isla (de 500 a dos mil dólares, lo que le permitirá ingresar hasta 8 mil millones de dólares por año), la ampliación de ventas y exportaciones entre ambas naciones (desde productos de construcción hasta maquinaria agrícola), así como la eventual eliminación de Cuba de la lista negra de países que promueven o patrocinan el terrorismo, son los primeros resultados concretos de esta medida.
En contrapartida, el gobierno cubano tendrá mayor monitoreo y presión internacional para traducir esta incipiente apertura comercial en una apertura política real, de manera especial, en promover un sistema de competencia electoral y un mayor respeto a los derechos humanos. Los dólares y los euros que llegan detrás de estos acuerdos comerciales no son ideológicamente neutros. Será interesante observar en el futuro inmediato cómo el gobierno cubano procesará estas presiones, sobre todo si el gobierno norteamericano cambia de partido en el 2016.
México: El anuncio impacta a nuestro país de manera diplomática y económica. México deja de ser la bisagra negociadora o el vaso comunicante entre Estados Unidos y Cuba, algo que todavía se dio hasta el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Es una muestra más de la perdida de liderazgo que México ha venido padeciendo en América Latina desde hace varios años, donde ahora nos ven como «Estado fallido», a juzgar por las declaraciones de José Mujica y Evo Morales. En materia económica, el impacto también será relevante. Cancún dejará de ser la joya turística del Caribe y, dentro de pocos años, tendrá que compartir créditos, inversiones y turistas con Cuba.
En otras palabras, el anuncio de normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba es una jugada de por lo menos tres bandas.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Ricardo Monreal Ávila.CNN