En el tradicional mensaje de Navidad, el papa, asomado en el balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro para la tradicional bendición «Urbi et Orbi» (A la ciudad y al mundo), hizo, al igual que el año pasado, un repaso por las guerras y males que afligen el mundo.
«Hay verdaderamente muchas lágrimas en esta Navidad junto con las lágrimas del Niño Jesús», exclamó Francisco, recordando los conflictos en Irak, Siria, Tierra santa y Ucrania.
En el tradicional mensaje de Navidad, el papa, asomado en el balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro para la tradicional bendición «Urbi et Orbi» (A la ciudad y al mundo), hizo, al igual que el año pasado, un repaso por las guerras y males que afligen el mundo.
«Hay verdaderamente muchas lágrimas en esta Navidad junto con las lágrimas del Niño Jesús», exclamó.
Ante las decenas de miles de fieles que abarrotaron hoy la plaza de San Pedro, Francisco fue rogando a Dios por los lugares azotados por las guerras y comenzó por las poblaciones de «Irak y de Siria, que padecen desde hace demasiado tiempo los efectos del conflicto que aún perdura y, junto con los pertenecientes a otros grupos étnicos y religiosos, sufren una persecución brutal».
«¡Qué la Navidad les traiga esperanza, así como a tantos desplazados, prófugos y refugiados, niños, adultos y ancianos, de aquella región y de todo el mundo», agregó.
Instó a que éstos «reciban la ayuda humanitaria necesaria para sobrevivir a los rigores del invierno, puedan regresar a sus países y vivir con dignidad».
Continuó recordando el conflicto en Tierra Santa y también Ucrania, las guerras en el continente africano.
En el mensaje de la segunda Navidad de su pontificado, mencionó a «los niños víctimas de la violencia, objeto de tráfico ilícito y trata de personas, o forzados a convertirse en soldados, y a los niños abusados».
También pidió la intercesión del «Niño Jesús para los niños asesinados y maltratados antes de ver la luz, privados del amor de sus padres y excluidos por una cultura que no ama la vida».
Con voz triste, el papa también pensó en los niños que viven desplazados, que vienen abusados y que mueren bajo los bombardeos ante «nuestros propios ojos y nuestro silencio cómplice».
«Su silencio impotente grita ante la espada de los Herodes. De los actuales Herodes»,agregó.
Vía EFE