Japón está sufriendo una aguda escasez de bebés.
Solo un poco más de un millón de bebés nacieron el año pasado en Japón, según las nuevas cifras del gobierno. Esta es la cifra más baja que se ha registrado y la señal más reciente de que se ha avanzado muy poco en cuanto a la lucha del país contra las tendencias demográficas desfavorables.
El Ministerio de Salud de Japón también estimó que 1.269.000 personas murieron en 2014, lo cual indica que existe una disminución natural de la población de 268.000 personas.
La disminución de la población del país ha alarmado a los más altos niveles del gobierno.
La tendencia amenaza con limitar severamente el crecimiento económico a medida que los trabajadores luchan por mantener al creciente número de ancianos.
Existen tres factores que podrían ser la causa de esto: la cantidad de matrimonios ha disminuido, la cultura corporativa penaliza a las madres y Japón es notoriamente desfavorable en cuanto a la inmigración.
La pronóstico más alarmista sugiere que la población de Japón podría disminuir en un tercio durante las próximas cinco décadas.
El gobierno ha tratado de impulsar los nacimientos con reformas que incluyen más opciones de cuidado de niños para las madres que trabajan. El objetivo es aumentar el número de nacimientos por mujer a casi 2,1 comparado con la tasa actual de 1,4, pero Tokio no ha avanzado mucho en cuanto a estos esfuerzos.
La solución más obvia –la inmigración– sigue siendo el tema intratable de la política japonesa. Menos del 2% de la población del país es de origen extranjero y las encuestas de opinión muestran que existe poco apoyo para una mayor inmigración.
El primer ministro Shinzo Abe ha estado intentando mantener el equilibrio con respecto al problema, al expresar su apoyo a favor de la ampliación de los programas de inmigración selecta en tanto que no ha considerado propuestas más ambiciosas.
Si tuviera que defender una posición más fuerte en materia de inmigración, Abe probablemente se enfrentaría a la fuerte resistencia política, especialmente en las provincias rurales de Japón.
Sin embargo, el momento podría ser el oportuno para que Abe –quien recientemente aseguró un nuevo mandato electoral– ejerza presión sobre el tema.
Jun Saito, un alto miembro del Centro Japonés para la Investigación Económica, ha escrito que Japón está retrasado pues no ha entablado una conversación honesta sobre la inmigración.
«Estamos… frente a una disyuntiva entre la decisión de convertirnos en el antiguo poder económico inhibido por una mayoría de personas de edad avanzada o convertirnos en una potencia económica activa donde los japoneses y extranjeros vivan y trabajen como socios», dijo.CNN