Ojalá que el pajarito que le sopla las coplas, le dijera que renunciara al poder, llamara a elecciones y dejara las cosas como están
Max Römer
El discurso encendido de patriotismo y latinoamericanismo del chavismo empieza a resonar con el eco de una habitación vacía. Maduro anda en esa gritadera que le caracteriza, imitando muy mal a Chávez y, a la vez, parece que no se da cuenta que se queda solo.
Castro y Obama andan de plácemes. Evo Morales ya pidió reunirse con Obama haciendo el lobby suficiente para asegurarse un futuro promisor lejos de los trasnochados y pasados de moda modales del socialismo del siglo XXI. La realidad palestina ya tampoco es motivo de airadas lecciones desde la costa sur del caribe porque Europa ha reconocido esta causa como válida. Los países islámicos buscan hacer buenas migas con sus consumidores petroleros, por si acaso bajan más los precios del crudo. Los rusos están en una situación parecida a la venezolana y gastan lo que tienen para no perder los ahorros que hayan podido hacer. Pero Putin no deja de bajar la guardia frente a su principal comprador: Europa.
Total, el que está bien fastidiado con esto, es Maduro. Con un precio del petróleo 40% más bajo que cuando tomó el poder, con una deuda externa que se eternizará hasta su propia desaparición física de este planeta, con una desmoralización del pueblo que no haya qué hacer para sobrevivir, con carencias de todo tipo, Maduro está como aquel llanero del caballo Silver: solitario.
Como no tiene habilidades políticas, como no ha sabido ir acomodando su discurso político a los tiempos que corren, se ha quedado como una caricatura mala. Baila en cualquier sarao con la primera dama, vocifera todos los días, se viste de patria con la bandera que la atraviesa pecho y espalda. Ya nadie le cree y, lo que es peor, el pueblo le abandona a toda prisa, sus secuaces del PSUV se lo piensan y cambian sus rojas vestes por otras menos llamativas. Total, todos le dan la espalda y él, sin darse cuenta (¡habiendo sido canciller!) de que le crecen los enanos del circo, se va desmantelando ese espíritu revolucionario entre tanta corrupción y falta de dinero que malbarataron como si la gallina de los huevos de oro no fuese a envejecer.
Además, lo señalan desde las Naciones Unidas, las negadas formas de la justicia contra los presos políticos (bautizados conveniente de formas revolucionarias), además de las injusticias que se cometen a diario en manos del hampa desatada que han mantenido tanto Chávez como él como mecanismo de presión social, de toque de queda permanente, hacen que el panorama de la Venezuela de 2015 sea poco menos que desesperanzador.
Ojalá que el pajarito que le sopla las coplas, le dijera que renunciara al poder, llamara a elecciones y dejara las cosas como están, para que otro gobierno más capaz emprenda las transformaciones necesarias que merece Venezuela. Pero, por lo visto el pajarito se esfumó, o se desplumó, o era un cuento de caminos de este payaso circense que cree que el pueblo vive en una telenovela de esas de nombres compuestos e ingenuos finales.
A Maduro la gallina de los huevos de oro se le puso vieja, los cuentos no se los cree nadie y, las amenazas, bueno las amenazas parecen ladridos de perro viejo. Podredumbre por doquier, señor presidente. Es hora que deje la silla y se entregue a la justicia universal esa por la que clama para otros.