Sin exclusiones de doctrinas o de explicaciones dogmáticas políticas o religiosas, debemos vivir entre personas de mente sana, de respeto y de amor
Cesáreo José Espinal Vásquez
“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”. (Convivencia).
Martin Luther King (Premio Nobel de la Paz 1964)
Este pensamiento nos hace reflexionar una vez más, que debemos insistir en la convivencia social, que sin exclusiones de doctrinas o de explicaciones dogmáticas políticas o religiosas, significa la imperiosa necesidad de vivir entre personas de mente sana, de respeto y de amor, es vivir en paz en una sociedad justa, en un Estado de Derecho Justo de bien común, seguridad y justicia justa. Hoy en el siglo 21, más allá de la democracia y del socialismo, en sus degeneraciones de democracia capitalista, neo-liberal y salvaje y en el socialismo, marxista, estatista y tiránico, las personas, más allá del concepto simplista y arcaico de “pueblo”, desea, reclama, ruega y llora por vivir en paz en la justeza de la convivencia social y cívica, en el respeto, comenzando con respetarse uno mismo, para ser gente.
He visto con asombro y no menos tristeza, como una persona abusando del poder político, pueda insultar, vejar y exponer al desprecio público a otra, por no compartir su posición partidista. Ello es repudiable y debe aplicársele la frase de todos los tiempos “respeta para que te respeten”.
La convivencia es un derecho humano fundamental y quien la desprecia e irrespeta, es humanal (humano-animal). He sostenido que las leyes nunca deben dictarse en contra de nadie sino en atención al bien común, a la seguridad y a la justicia. Las leyes persecutorias tuteladas con sabor de odio son de pleno derecho inconstitucionales.
Tres factores deben ser considerados para dictarse el Código de Convivencia, a saber: la instrucción ciudadana, aquella que comienza con dar los buenos días y demás compostura cívica de respecto y cumplir con nuestras obligaciones; el estudio psicosocial desde los siete años de edad, exigible para ejercer cargos públicos, admisión de escuela y universidades y actividades privadas; y la residencia, la obligación de obtener y mantener vigente el padrón de vecinos.
Si estos tres importantes factores fuesen tomados en cuenta por los legisladores, tendríamos un eficiente Código de Convivencia.