¿Acaso es incapaz el Estado de asumir la importación de los productos que escasean con suficiente planificación como para que no llegáramos a esta situación?
Lo que está padeciendo el pueblo venezolano no es normal ni debemos normalizarlo. Las actuales colas para la compra de comida o productos de higiene y salud son comparables a las del paro petrolero del 2002-2003, con la diferencia que la gente hacia colas en ese momento consciente de quienes las originaban, y sabiendo que defendía al hacerla, confiando en un liderazgo que les hablaba claro y establecía metas para superar esa crisis, hoy no es así.
Aunque la tesis de “la guerra económica” tiene sentido para explicar las colas, no es suficiente. Si atribuimos la responsabilidad al sector privado, y sabemos que están implementando una guerra económica desde que Chávez estuvo en el gobierno, y con mayor intensidad en estos últimos dos años de gobierno del presidente Maduro, ¿cómo se explica que el Estado y el gobierno no han tomado las medidas correctivas para evitar que esto llegara a lo que hoy ha llegado?, ¿acaso es incapaz el Estado de asumir la importación de los productos que escasean con suficiente planificación como para que no llegáramos a esta situación?, ¿Por qué teniendo el poder, no hay enemigos líderes de la “guerra” procesados y detenidos por sus acciones?
Ante esta situación me pregunto: ¿quién se beneficia de todo este desastre? Y la respuesta no es fácil, pero creo observar tres actores que se ven beneficiados de todo esto:
1.Sectores del entorno del presidente Maduro, que asumen que el presidente no durará mucho y juegan a raspar la olla, tratando de obtener la mayor cantidad de divisas preferenciales antes de que el gobierno sucumba,
2.La oligarquía tradicional, que ve lograr su objetivo sin llamar formalmente a un paro o a una confrontación donde alguien tenga que dar la cara por la responsabilidad de lo que pasa más allá del mismo gobierno.
3.Los sectores trasnacionales del vampirismo petrolero, además de sectores mayameros recalcitrantes que ven en Venezuela una gran riqueza que saquear y que el gobierno, aun sin mucho esfuerzo y sólo por tener que mantener de alguna manera el legado de Chávez no permite que pase de manera directa.
Sin embargo, de estos tres actores, ya Chávez lidió con los últimos dos, pero el primero, el enemigo interno, que opera con ineptitud aparente, negligencia expedita y mediocridad consagrada, es el factor que actualmente pone en jaque todas las conquistas logradas por el pueblo durante el proceso revolucionario encabezado por el presidente Chávez.
Las colas hoy se producen por dos elementos fundamentales: 1.La necesidad y 2.El deseo. La necesidad de no tener algo que para la gente es un requerimiento imprescindible o costumbre de uso, que al no ser satisfecho genera desasosiego. Esta “necesidad” nace de la escasez, o ausencia de lo que se requiere, y la acción resolutiva pasa por el hacinamiento, conglomeración en puntos de acceso regular a la satisfacción de la necesidad en miras de exigir que se cumpla con lo que generalmente se había cumplido, suministrar lo requerido.
El otro aspecto gira en torno al deseo de sentirse seguro y satisfecho, al hecho de garantizar, ante la incertidumbre, la posibilidad de tener suministro de lo que se necesita en suficiente cantidad como para soportar un periodo incierto de tiempo en la misma situación de escasez.
Todo esto se produce cuando un gobierno, en lugar de dar la cara a tiempo, dice que se va a anunciar algo que no se anuncia y se posterga permanentemente. Siendo verdad que la calidad de la distribución de las cosas que medianamente se importan, es en gran parte responsabilidad de un sector privado que juega a la desestabilización haciendo que las familias venezolanas tengan que peregrinar en las distintas tiendas de diversas cadenas comerciales para ver si “la pega” en la hora de llegada del camión “a ver qué trae”, no es menos cierto que un país que espera medidas de un gobierno electo democráticamente merece respeto, y hacer anuncios que no dicen nada juega con la paciencia de un país noble, y eso es exclusiva responsabilidad del gobierno.
El socialismo tiene un principio fundamental, la planificación, este es el ejercicio de la prevención con base en lo que se tiene o se estima que se tendrá, y parte de la potencialidad y valoración justa de las capacidades. La caída del barril del petróleo aunque fue un fenómeno relativamente impredecible en el tiempo justo, primero no se puede asumir que es la causa responsable de algo que se viene acumulando desde que el barril estaba en 100 dólares, y segundo, no haber ahorrado, y permitir los niveles de desfalco a la nación tal como lo demuestra la unidad de investigación de Marea Socialista por más de 200 mil millones de dólares por fuga de capitales durante el control de cambio, tienen un peso importante que debe tener como respuesta acciones concretas:
Hablarle claro al país, decir lo que realmente pasa y asumir las responsabilidades del caso.
Tomar medidas que busquen estabilizar la economía, sin guabineos (en el artículo anterior ya me refería puntualmente a 8 medidas para salir de la crisis http://www.aporrea.org/ideologia/a200736.html) sin que el pueblo sea el que termine pagando la crisis.
Exigir sacrificio implica dar el ejemplo desde el alto gobierno, cosa que hoy lamentablemente no se ve.
Que caiga quien caiga, en la necesidad de que el pueblo sepa que los responsables deberán pagar lo que han hecho en contra del país.
Las colas no son expresión de otra cosa que la mediocridad ante el enfrentamiento a una crisis que no tiene responsables porque incluso afirmando que es una guerra económica, ésta es la única guerra donde uno de los bandos se sienta a negociar con quien lo ataca y le da recursos para que lo siga atacando con más fuerza y contundencia, eso es absurdo y desmonta la fuerza de la tesis de la guerra.
La nobleza de este pueblo ha demostrado con su calma que no está dispuesto a vivir de nuevo una crisis como la del sacudón, ya que las condiciones hoy están dadas para cosas peores, pero no se debe abusar del pueblo, por ello reitero la necesidad de que se le hable claro al pueblo y se cumpla, sin anuncios que no anuncian nada.
Nicmer Evans