Transportar alimentos en Venezuela se ha convertido en un negocio tan riesgoso como el de cargar valores.
Camioneros denuncian que en las carreteras del país son presa de asaltos y secuestros en medio de una ola de escasez de productos, consecuencia en gran medida de la falta de dólares para las cruciales importaciones que necesita el país.
Dicen que hasta compradores desesperados han empezado a acecharlos a la caza de mercadería hoy codiciada como la leche o el pollo. Y eso los ha llevado a reducir la cantidad de viajes que hacen, profundizando la escasez en las ciudades.
“Antes podíamos circular de noche para rendir y amanecer en cualquier punto del país con la mercancía”, dijo Arsenio Manzanares, presidente del gremio de transportistas. “Ya no lo podemos hacer porque de noche, si te paras a descansar o accidentado, date por robado”.
Los venezolanos se encuentran tan preocupados por el desabastecimiento, que el problema ya ha desplazado al crimen como su principal dolor de cabeza, según encuestas.
Y en las carreteras venezolanas conviven los dos flagelos. Por los caminos del país petrolero se mueve el 95 por ciento de la mercadería que consume el país.
El número de entregas se desplomó un 30 por ciento en lo que va de año, calculó Manzanares, porque las empresas han reducido la cantidad de viajes ante el temor a los criminales, que aprovechan el escaso alumbrado público y el mal estado de las carreteras.
Reuters solicitó a las autoridades cifras de denuncias de robos en las vías, sin embargo, no obtuvo una respuesta inmediata.
Aunque la tasa de robos en Venezuela no es de las mayores de Latinoamérica según cifras de Naciones Unidas, informes privados dicen que eso se debe a que la gente no presenta denuncias por la sensación de impunidad.
Las compañías productoras de alimentos están recurriendo a escoltas privados para resguardar la carga y a equipos de rastreo satelital para vigilar a sus camiones, sobre todo en estados fronterizos por donde se desvanecen miles de toneladas de alimentos en contrabando, dijo un portavoz de la asociación que agrupa a las mayores empresas del rubro.
En las regiones limítrofes, los contrabandistas asaltan a los camiones para vender los alimentos en países vecinos a un precio mucho más alto.
“Con comida ya no se puede trabajar porque la carretera está muy peligrosa”, dijo en la ciudad fronteriza de San Cristóbal el camionero Orlando García, que después de sufrir dos atracos, ahora solo transporta plástico.
Reuters