“¿Qué valor tiene el consenso donde el disenso está prohibido? donde no hay alternativa entre el consenso y el disenso, donde el consenso es obligatorio y quizá premiado y el disenso, no solamente es prohibido, sino también castigado”. Norberto Bobbio. El futuro de la democracia
Todavía recuerdo el discurso del presidente Maduro que percibí como una mueca arrogante frente a un cuerpo político perplejo y acobardado. Amenazas, agresiones, tergiversaciones proferidas con el propósito de advertir que la situación de calamidad pública que la nación conoce no es de naturaleza a inquietar al alto gobierno que prevalido del despliegue del aparato represivo de los cuerpos de seguridad y del sesgo de una fausto judicial alienado, se mantiene en el ejercicio de una estrategia que solo trajo al país pobreza, corrupción y descomposición social.
Fue un discurso que debió admitir las fallas del modelo económico que nos muestra endeudados, carentes, desprestigiados y vulnerables como hace mas de 100 años no se mostraba Venezuela. Fue un discurso que colocó a los empresarios como reos de la mala administración de los recursos nacionales, cuando todos sabemos que no es así y por el contrario, el robo de cientos de millones de dólares, el despilfarro, el dispendio de HCHF y su gobierno privaron al país de los ingresos más elevados de su historia. Plagado de mentiras además, con citas de teóricos económicos invocados fuera de contexto, maquillados los guarismos como si los venezolanos fuéramos un atajo de pendejos incapaces de discernir y ponderar la realidad.
Se fue luego el Presidente a Bolivia y Arabia Saudita para seguir buscando aplausos y gozándose el poder. Dejó la problemática intacta, sin soluciones de ningún tipo, carcomidos por una pavorosa inflación, inerme los escenarios de colas interminables, candentes los violentos fines de semana llenos de asesinatos, robos, atracos, fallando el agua, el servicio eléctrico y sobre todo, la fe en el proyecto nacional.
Hay crisis por eso precisamente. No son los problemas la crisis sino la incapacidad del gobierno para resolver, la indisposición para cambiar un modelo fracasado, la tozudez de unos ignorantes que faltos del mínimo de humildad que les permitiría reconocer el espantoso desastre económico, social, político e institucional en que vivimos sostienen una revolución que nos ha llevado al pasado, al atraso.
Mientras persista como política económica este entuerto socialistoide iremos de mal a peor. Manteniendo la política petrolera que entrega 200 mil barriles diarios a otros en condiciones desfavorables al país, no saldremos del atolladero. Acusando a los empresarios de lo que solo el gobierno y sus controles generó, escasez, desabastecimiento, carestía, seguiremos en el bache. Regalando dinero, inmuebles, enseres solo se cultiva la demagogia pero no se asiste a un teatro de productores sin los cuales no habrá redención.
Los venezolanos debemos entender que los que nos metieron en esta crisis no pueden sacarnos de ella, solo sustituyéndolos y transitando una revisión profunda veremos la luz y para ello, tenemos que decidirnos a sincera y francamente apartarlos del poder. No hay otra salida.
Nelson Chitty La Roche
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