Para obtener realmente la condición de humano, debemos vivir con el don de gente
El significado o etimología de la frase “don de gentes”, sin entrar al análisis enciclopédico para definir el “don”, viene del latín “dominus”, que significa “señor”. Su utilización en España, fundamentalmente, es usado antes que el nombre de la persona dando connotación de respeto, cortesía y distinción, así conocemos a “Don Quijote de la Mancha”, sin ser considerado título honorífico ni monárquico, pero es nuestro país, es una expresión afable, para abrazar a Doña Petra, que hace las arepas o Don Juan que barre la calle y en donde caben todas las clases sociales, porque su denominador común, es manifestar cariño, agradecimiento o respeto a una persona decente, de edad avanzada o con don de gente.
De esta simplista definición conceptual, examinemos la condición del ser humano, para vivir con don de gente. Entendemos como “gente”, la reunión de personas independientemente de sus condición social, raza o credo. Gente, es el pobre o el rico. No existen diferencias. La tan trajinada palabra “pueblo”, es ya obsoleta, porque la denominación de “pueblo”, ha sido palabra vapuleada por la política, “mi gobierno es del pueblo”, “mi pueblo son los marginados”, cuando en justa propiedad, toda persona, ciudadano de cualquier país, sin exclusiones, somos “gente”. La palabra “gente”, viene del latín “gens”, “gentis”, que significa tribu o familia, refiriéndose a grupos de personas, por lo que en este siglo 21, debe trascender, para que los seres humanos tengamos “el don de gente”, para la mayor suma de felicidad en un sociedad justa y de paz.
Sean personas nacidas en cuna de oro o en choza con cuna de catre, la diferencia entre humanos, no deberá ser la clase social, de pobres o ricos, de amos y esclavos, por raza o credo, sino distinguirse mediante el don de gente, sinónimo de grandes cualidades, ser afables, de buena voluntades, solidarias, humanitarias, de respeto, de dignidad, de educación, honestas, de buen trato y especialmente, amante de la paz y de la sana convivencia social; sin abusar del poder político y económico, sin alardear de riquezas, ni fraguar y cometer delitos y corrupción, sin tiranía ni despotismo, sin violar derechos humanos fundamentales, sin odio, etc.
La gran revolución de este siglo, es lograr que todos los seres humanos seamos iguales mediante el don de gente.
Cesáreo José Espinal Vásquez / e-mail: cjev@cantv.net