Pedimos como ciudadanos una investigación en la Asamblea Nacional, en los órganos que integran el Poder Ciudadano y en los medios de comunicación aún independientes para llegarle al tuétano, a la calumnia si la hay o a la veracidad si la hubiere.
La ambición de los hombres es más grande que la misericordia de Dios se oye decir y sin regresar a la evocación de Schopenhauer o Nietzsche y la más intensa motivación del hombre si la supervivencia o el poder, es menester admitir ese otro impulso capital.
Por lo general, al poder le acompañan y lo hemos por este medio antes tratado y analizado, un sinfín de tentaciones y la riqueza no es por cierto extraña a esa dinámica; por el contrario, es el dinero y los bienes materiales un signo connatural a los altos destinos que protagonizan los elegidos.
No es ocioso tampoco recordar a Lord Acton y “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Hemos sido testigos de ello los venezolanos que vimos llegar a un hombre con rostro mestizo de pueblo llano y con un discurso maniqueo con pretensiones de honestidad al poder llamado Hugo Chávez Frías y luego, lo vimos mutar, cambiar, derivar en un orate inexorable, caprichoso, dominador. La hegemonía fue el atractivo, el sol que paulatinamente quemó las alas de ese Ícaro petulante que pensaba ser además el águila y divisaba en los demás, escasamente, moscas y alimañas despreciables. Al final sólo la muerte le evidenció que no era un Dios aunque se lo creyó pero se comportó para desgracia de los venezolanos y ventura de muchos sinvergüenzas que comparten en gentilicio y lo lisonjeaban y lo alababan y lo adulaban como si lo fuera.
Una denuncia más empaña y no era fácil la ya opaca imagen de los revolucionarios que nos gobiernan. Un periódico madrileño que por cierto suele estar bien informado advirtió que el hoy Presidente de la Asamblea Nacional y siendo así representante de los venezolanos, segundo hombre en la jerarquía institucional del país Diosdado Cabello habría estado involucrado en narcotráfico y además con lo que llamaron el cartel de los soles para hacer alusión a otros generales que dicho sea de pasada antes que a Cabello se les mencionó. El denunciante fue otro militar tan de confianza que tuvo a su cargo, nada más y nada menos, que la seguridad del líder comandante Chávez y luego de su muerte, viró y continuó con la importantísima tarea de cuidar, proteger, salvaguardar al Diputado Cabello.
El jefe de seguridad pues de Chávez y luego de Cabello es quien lo denuncia y para salvar su pellejo, entre gallos y medianoche deja al país y se refugia en los Estados Unidos de América. De allí y con el rostro partido por la afrenta el díscolo régimen que ya con dificultad carga el grosero fracaso de su política económica se convulsiona iracundo y arremete nuevamente contra los empresarios y políticos venezolanos tratando de distraer la atención de la gravísima significación que supone que altos mandos militares y el todopoderoso Cabello son reos de uno de los delitos más irrespetuosos para la dignidad humana en la lista de las peores felonías que puede hacérsele a las sociedades manipulándolo todo, burlándolo todo e incluso la soberanía nacional.
Pero no haremos lo que el gobierno suele hacer. No condenaremos sin un proceso justo y sin contar con los medios idóneos ni a Cabello ni a nadie a la vindicta pública y nos cuidamos de sumarnos a otras maledicencias como aquellas que Mario Silva vertió en una llamada telefónica que algunos pueden recordar ahora y que le valió por cierto al otrora estrella del insulto una ominosa degradación. Pero pedimos como ciudadanos una investigación en la Asamblea Nacional, en los órganos que integran el Poder Ciudadano y en los medios de comunicación aún independientes para llegarle al tuétano, a la calumnia si la hay o a la veracidad si la hubiere. Todo hombre público debe responder por sus actos y nadie está absuelto sin escrutinio. Al menos así debe pasar en una república que se llama bolivariana.
Nelson Chitty La Roche
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