Godolfredo Machado Flores llegó de niño a parroquia Bolívar procedente de El Hatillo y sentó bases para conformar su familia y quedarse eternamente en esta población agrícola mirandina
La población de la parroquia Bolívar-Araira municipio Zamora estado Miranda, recuerda a ese gran ciudadano traído desde niño por sus padres procedente de El Hatillo para radicarce eternamente en su hacienda cafetalera en esta localidad, principal centro productor de mandarina y otros cítricos que se exportan al exterior.
Nos referimos a Godolfredo Machado Flores quien recientemente dejara de existir a la edad de 88 años de edad en Araira y sepultado en el parque cementerio Jardines El cercado.
Este ejemplar padre de 13 hijo-tres con su primera esposa fallecida Carmen Avilia Gazcón y ocho en su segundo matrimonio con la araireña Carmen Cecilia Jaspe donde nacieron Marina; Roberto, Osvaldo (Pepito), Lisandro, Miguel, Arnaldo(+) Carmen, Aníbal, Alí(+), Richard, Danilo Lolimar y Maryelin, fue inicialmente camionero, pero un inquieto ciudadano creador y servidor del poblado araireño.
Precursor de La Concepción
En la parroquia Bolívar se le conocía como el camionero parrandero disciplinado, precursor en la realización de obras que hoy le recuerdan por su servicio en Araira junto a Pelucho Pittol tales como el estadio de beisbol “Arturo Possamay”; construcción de vías agrícolas que recorren desde Araira hasta La Concepción, Macanilla, limites con Acevedo y otras para que los hombres del campo pudieran sacar sus productos tales como café, mandarinas, naranjas, limones y otros.
En la época del Dr. Rafael Caldera, fue alcalde o jefe civil de Araira donde imponía su orden y justicia obtenidas por su herencia familiar, presidente de la asociación de comerciantes, dirigente politico de los partidos Copei, luego pasa al chiripero Convergencia y luego a Primero Justicia
Dentro de las anécdotas suministradas por sus familiares destacan que no podía pasar un día sin adquirir en el kiosco de la esquina donde residía el diario La Voz principal medio impreso que leía a primera hora de la mañana, jugarse una partida de dominó los fines de semana en un alto al descanso y de vez en cuando tomaba la guitarra y serenateaba a la Virgen del Carmen siempre que llegaba su fecha en el mes de julio.
La comunidad de Araira le rindió un homenaje al cumplir el novenario de su ida a lo eterno y por haber sido una persona que siempre estuvo al servicio del pueblo dejando huellas de recuerdo dentro del porvenir local.
Jairo Garzón Romero
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