En el libro de Efesios, capítulo 2 versículos 8 y 9 podemos leer: “porque por gracia sois salvos mediante la fe, esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obra para que nadie se jacte”.
El Padre Santo envió a su Hijo Unigénito al mundo, para que con su muerte en la cruz y su sangre bendita nos limpiara de todo pecado y pudiésemos entrar al cielo y gozar de la vida eterna.
Por nuestro propio esfuerzo nunca podremos ser perdonados, ya que ningún rito, promesa, ofrenda o sacrificio es aceptado por Dios para el perdón de los pecados y la salvación.
“Esta es la palabra que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo”, dice el apóstol Pablo en los versículos 8 y 9 del capítulo 10 de la carta a los Romanos.
A lo largo de la historia de la humanidad, el hombre a tratado de asegurar su entrada al cielo practicando innumerables costumbres, ritos, dogmas, tradiciones, idolatría y supersticiones, queriendo sustituir lo que dice Jesucristo en las Santas Escrituras: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mí”. Juan 14-6.
La salvación es un regalo de Dios, no tenemos que hacer nada para recibirlo, solo reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador.
“En ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres, mediante el cual podamos ser salvos”, Hechos 4-12.
El cristianismo no es una religión sino un estilo de vida con Jesucristo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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