La estupidez del caricaturista colombiano al ofender los símbolos sagrados de nuestra patria, demuestra no su talento sino su talante xenofóbico, cobarde, racista y de odio a Venezuela
La mediática internacional que por años ha atacado a la Revolución Bolivariana, responde a los intereses del capitalismo. Rastrera y ofensiva vive del pago que en dólares destina Estados Unidos para su sustento y mantiene periodistas mediocres cuya tarea es denigrar de Venezuela. Con mucho ahínco palangristas y caricaturistas de España y Colombia ofenden la dignidad y la soberanía de la patria con sus seudo trabajos y sus opiniones malsanas.
Los gobiernos de estos países son cómplices de los ataques a Venezuela, mientras descuidan a sus ciudadanos fomentan la zozobra y la intranquilidad fuera de nuestras fronteras para hacernos ver ante el mundo como un estado forajido. Muchos de sus gobernantes no han sido virtuosos ni dignos de respeto por ser violadores de derechos humanos. Revisen la historia de ambos países durante el siglo veinte y conseguirán suficientes evidencias de genocidios sistemáticos en contra de la población civil.
En los últimos catorce años hemos sufrido ataques constantes. Las intromisiones de Colombia y España se van multiplicando; usan de mamparas a periódicos y revistas de la derecha para crear matrices de opinión que nieguen los logros de la revolución. Recientemente se nos ofendió de nuevo con una burla al Escudo Nacional
La estupidez del caricaturista colombiano al ofender los símbolos sagrados de nuestra patria, demuestra no su talento sino su talante xenofóbico, cobarde, racista y de odio a Venezuela. No se puede denigrar en nombre de la libertad de expresión. Estamos convencidos que si una ofensa de ese tipo se hace de este lado de las fronteras, saldrían inmediatamente a acusarnos de irrespetuosos y abusadores.
No vemos la gracia que causa su caricatura. Simplemente expresa el odio que le tiene la oligarquía colombiana al pueblo venezolano y que mantiene desde la Colonia. Podría mejorar su estilo grotesco si tal vez se paseara por los lugares donde tantos falsos positivos se dieron en Colombia o por lo menos escuchara a los miles de desplazados y víctimas de la violencia en su país.
José Gregorio González Márquez
caminosdealtair@hotmail.com