Una mujer logró salvar a sus hijas del cruento hecho
Dolor y una amarga tristeza se combinaron con sentimientos de impotencia. Tras pedir justicia, familiares de los cuatro obreros acribillados la madrugada del martes, en la finca Santa María, ubicada en el sector La M , en La Paz, confirmaron que las muertes la desencadenó el robo de un ganado.
En el suceso fueron asesinados Alejandro José Palmar Montiel, de 28 años, Vicente Rangel Lozano, de 40, Víctor Sierra, de 36, y otro empleado del fundo a quien solo identificaron como Eduardo “El Colombiano”.
“Los masacraron sin contemplación y lo peor es que el dueño de la finca sabía que esto iba a ocurrir. Debió resguardar a sus trabajadores”, expresó Francisco Lozano, un sobrino de Rangel, mientras esperaba el cadáver en la morgue de LUZ.
A su lado, un peón, hermano de Rangel, que sobrevivió al ataque del grupo comando y que prefirió mantenerse en el anonimato, relató los hechos:
— “Cuando amaneció cada quien iniciaba su faena. Al menos, 15 hombres que estaban fuertemente armados llegaron en dos camiones 350 y entraron haciendo tiros. Yo estaba en las caballerizas y cuando escuché las detonaciones me tiré al suelo y me escondí”, narró el testigo.
“En la casa, estaba la esposa de Alejandro que se desempeñaba como cocinera en la finca. La acompañaban sus niñas. Cuando los homicidas se adentraban a la vivienda, él corrió a proteger a su familia, pero las balas lo alcanzaron y cayó muerto frente a ellas”, relató.
Continuó: “Ella, cuando tuvo a los criminales frente a frente, que la apuntaron con la pistola, abrazó a sus dos hijitas para salvarlas. Ellos la dejaron tranquila y huyeron”.
“Vicente —siguió el relató— estaba en la entrada reparando el portón de la finca y cayó muerto en el sitio. Eduardo ‘El Colombiano’ estaba durmiendo cuando le dispararon, quedó con vida, pero en el traslado al hospital murió”.
Afligido, Francisco Lozano insistió en que esta tragedia estaba anunciada. “Néstor Bríñez, el dueño de la hacienda, había recibido amenazas dos días antes, presuntamente de parte de los propietarios de la hacienda La Escondida. La noche anterior solo le advirtió al capataz lo que había ocurrido y este dejó la finca abandonada y salió sin prevenir a los trabajadores”, dijo.
“La matanza se produjo por una rencilla entre el dueño de la hacienda Santa María y el de la hacienda La Escondida, por el robo de un ganado. Es una rencilla que ya tiene varios meses”, recalcó Lozano.
Dijo que su tío era padre de un niño de 4 años, residía en La Concepción, y era el sostén de su madre, quien padece una incapacidad visual. “Él tenía un año trabajando en ese lugar, había renunciado y el patrón le ofreció un aumento para que se quedara”, aseguró.
Vía Panorama