**** Aquella ejecutada por Fidel Castro representó el despegue definitivo del trágico viaje, sin boleto de retorno, que llevaría al pueblo cubano hacia el totalitarismo socialista, hacia el infierno de miseria y opresión en la que hasta hoy vive
Baldomero Vásquez
“Ofensiva Revolucionaria” es la denominación utilizada reiteradamente por el presidente Nicolás Maduro para referirse al combate que su Gobierno libra contra una supuesta “Guerra Económica”. Desde nuestra perspectiva, la “Ofensiva Revolucionaria” intenta alcanzar diferentes propósitos:
1. Ocultar los efectos nefastos que sobre el sistema económico del país han tenido las políticas aplicadas por el actual Gobierno -y sobretodo, por el del difunto presidente Chávez- contrarias a la empresa privada, a la producción interna y favorables a la importación;
2. Avanzar en la desmembración del sistema económico de base privada para imponer el régimen socialista de control estatal de la economía.
3. Un tercer objetivo, de orden táctico-electoral, consistiría en ser una medida efectista de carácter populista orientada a revertir los niveles de rechazo al gobierno con miras al próximo proceso electoral. Los ataques contra Farmatodo y Día a Día, explotados al máximo propagandísticamente son, en la reciente fase de “Ofensiva Revolucionaria”, variantes del “Dakazo” llevado a cabo en 2013.
Al estilo Fidel
Consistente con el objetivo de destrucción de la economía privada, la llamada “Ofensiva Revolucionaria” tiene su inspiración y antecedente directo en la Revolución Socialista de Fidel Castro, quien el 13 de marzo de 1968 pronunció un discurso donde anunció que el país entraba a una nueva etapa que llamó “Ofensiva Revolucionaria”.
La persecución a las empresas privadas parece encaminada a continuar y extenderse en Venezuela, y este antecedente puede darnos idea de las ruinosas consecuencias que nos traerá.
En aquel discurso, el Comandante en Jefe comunicó a dirigentes del Partido Comunista, de los CDR, líderes estudiantiles, sindicales y de la Federación de Mujeres, que había llegado:
“El momento de emprender a fondo una poderosa Ofensiva Revolucionaria”
El objetivo de la “Ofensiva Revolucionaria” de Castro era construir el socialismo en Cuba; y para ello, afirmó:
“El capitalismo hay que arrancarlo de raíz”
La vía cubana al socialismo que el dictador tenía en mente seguía el patrón soviético:
“De todas maneras hay que decir con toda claridad, hay que decir que no tendrán porvenir en este país ni el comercio ni el trabajo por cuenta propia ni la industria privada ni nada”
Lo que se proponía, entonces, era extirpar toda la pequeña propiedad comercial que quedaba en la isla, puesto que a las grandes y medianas empresas ya las había expropiado. Confiscaría todos los pequeños negocios urbanos y los pasaría a propiedad estatal, con lo cual lograba trocar a los comerciantes en empleados del Estado -o suyos que era lo mismo.
Para desacreditar el oficio de los pequeños comerciantes -y expropiarlos, Castro calificó la actividad comercial como improductiva y parasitaria. Diría:
“Subsiste todavía una verdadera nata de privilegiados, que medra del trabajo de los demás y vive considerablemente mejor que los demás, viendo trabajar a los demás. Holgazanes que montan un timbiriche, un negocito cualquiera, para ganar 50 pesos todos los días…mucha gente se preguntara qué clase de revolución es esta que permite semejante clase de parásitos”
Como Fidel Castro
arruinó al pueblo cubano
Fidel Castro justificó la guillotina que aplicaría a los pequeños negocios, basándose en unas encuestas del Partido Comunista sobre los pequeños negocios en general y los bares de La Habana en particular.
La investigación sobre los bares indagaba sobre tópicos como: ingresos brutos y ganancias (55% obtenía una insignificante ganancia de 25 pesos diarios), actitud revolucionaria (72% no estaban con la Revolución, de allí el interés de Castro en arruinarlos) y tipo de clientela que frecuenta estos negocios (la cual fue calificada despectivamente como de “antisociales”). Sobre la base de esa información, el estudio recomendaba que un total de 955 bares privados “deben ser intervenidos o cerrados”.
La encuesta del Partido Comunista también arrojó datos sobre la legalidad y condiciones higiénicas de los pequeños negocios e información sobre sus propietarios: cuántos tenían solicitud de salida del país y cuántos atendían directamente sus empresas.
Los datos no avalaban la expropiación salvaje que se hizo de todos los negocios: 72% actuaba legalmente, 50% estaba en buenas condiciones higiénicas, sólo 5,8% de los propietarios había solicitado permiso de salida del país y el 88% de los dueños trabajaban en su negocio. Pero, nada de eso importaba porque la decisión del dueño de Cuba estaba tomada. La expresó con la siguiente frase:
“¡Señores, no se hizo una Revolución aquí para establecer el derecho al comercio! ¿Cuándo acabarán de entender que esta es la Revolución de los socialistas, que esta es la Revolución de los comunistas?
Así, para acabar con “privilegiados”, “parásitos” y “holgazanes”, aquel 13 de marzo de 1968 Castro arremetió contra las pequeñas empresas comerciales privadas, hasta confiscarlas a todas:
“55.636 pequeños negocios, muchos operados por una o dos personas. Entre ellos 11.878 comercios de víveres (bodegas), 3.130 carnicerías, 3.198 bares, 8.101 establecimientos de comida (restaurantes, friterías, cafeterías, etc.), 6.653 lavanderías, 3.643 barberías, 1.188 reparadoras de calzado, 4.544 talleres de mecánica automotriz, 1.598 artesanías y 3.345 carpinterías”
Esta razzia comercial ha sido la principal causante de la pauperización que el pueblo cubano vive hasta hoy y no el famoso “embargo” del imperialismo norteamericano, como manipuladoramente, desde 1992 ha denunciado la propaganda castrista en la ONU. Ante la cual nos preguntamos ¿Por qué no denunciaron el “bloqueo” antes? Y respondemos, pues, porque creían que la URSS los iba a mantener para siempre.
Por décadas, hasta hoy, también se harían sentir las catastróficas consecuencias sobre la economía cubana de las medidas que anunció e implementó Castro y que arrasaron con el tejido productivo de la pequeña propiedad comercial urbana del país.
Vista retrospectivamente, aquella “Ofensiva “Revolucionaria” ejecutada por Fidel representó el despegue definitivo del trágico viaje, sin boleto de retorno, que llevaría al pueblo cubano hacia el totalitarismo socialista, hacia el infierno de miseria y opresión en la que hasta hoy vive.
¿Y en Venezuela?
Nos recuerda Agnes Heller que “la historia, para bien o para mal, es un proceso de aprendizaje”. Aprendamos de la infausta experiencia de la “Revolución de los socialistas” en Cuba y reconozcamos la importancia de la empresa privada para generar empleo, ingresos y bienes y servicios que mejoran el nivel de vida de la población. No cultivemos nuestros prejuicios antimercantiles, producto del estatismo petrolero, porque le hacemos el juego a la verdadera guerra, la de este gobierno socialista contra los derechos civiles y la propiedad privada. La “Ofensiva Revolucionaria” del gobierno sólo producirá, al igual que en Cuba, la ruina de los venezolanos.