Cuando se inició la guerra de independencia, miles de mujeres que estaban esclavizadas y otras libertarias y cimarronas, participaron activamente en ese largo conflicto bélico. Ahí estuvieron desde enfermeras hasta las que manejaban un fusil, disparando un cañón, o empuñando una espada para los combates cuerpo a cuerpo… de eso nuestra historiografía oficial poco dice
La historia oficial, racista y machista solo registra la de los hombres blancos que lideraron algunas batallas proindependentista y posteriormente su participación en las guerras de independencia y la lucha por la liberación nacional y el socialismo.
La historia que aún se enseña en nuestras escuelas sigue marcada por la visión de los dominadores, pese al esfuerzo que hemos realizado desde el movimiento social afrodescendientes para reestructurar dichos textos oficiales. Esos libros que aún existen en nuestras bibliotecas contribuyen a reafirmar el endoracismo en nuestras niños y niñas.
Es por ello que hoy, al celebrarse el Día de la Mujer, queremos destacar el papel jugado por las africanas y sus descendientes en la construcción de nuestra independencia y la democracia participativa.
Del espíritu de
Nzinga Mbandi
a las cimarronas
en el Caribe
La historia de la trata negrera, hasta ahora, ha sido enfocada por Occidente como si en el continente madre no hubo resistencia a este comercio de seres humanos que fue decretado por la ONU en 2001 como crimen de lesa humanidad. En ese sentido, en Angola durante el siglo XVII al XVIII, mujeres valientes de origen Kongo-Ndongo se opusieron al comercio de esclavizados, y unas de ella fue la guerrera Nzinga Mbandi, quien logró crear su reinado de Matamba. Ese ejemplo sería seguido por la legendaria Kimpa Vita, a comienzos del siglo XVIII, quien fue quemada viva por los portugueses en complicidad con la Iglesia Romana por haber liderado insurrecciones contra la esclavitud en el antiguo imperio de Kongo Dia Ntotela.
El espíritu de esas dos africanas pasaría como ejemplo moral a muchas mujeres sometidas a la cruel esclavitud en las Américas y el Caribe, para que se levantaran contra el sistema esclavista. En Jamaica, Nanny, de origen Ashanti, lideró un ejército contra la esclavitud inglesa. En Haití, tenemos a la sacerdotisa vudu, Cecile Fattime, quien provocó la rebelión contra los franceses a finales del siglo XVIII en el marco de una ceremonia de su credo. En Estados Unidos, la cimarrona Hariiet Tubman, a principios del siglo XIX, creó una extraordinaria red para liberar a los esclavizados, trasladándolos clandestinamente hasta Canadá donde estaba abolida la esclavitud. Esa red fue denominada “El tren subterráneo”, que no era ni tren ni subterráneo, sino más bien una inteligente articulación para liberar esclavizados de diferentes estados de USA que implicaba conocimiento de la geografía, así como la hidronimia y la antroponimia de los lugares. En Venezuela, las cimarronas que estuvieron corriendo la misma suerte que los cimarrones, como el caso de Manucha Algarin en el antiguo Cumbe de Ocoyta o Josefina Sánchez en el Cumbe de Taguaza, ambos en el actual municipio Acevedo (estado Miranda), son un claro ejemplo del liderazgo de esas afrodescendientes.
De cimarronas a
independentistas
Pero esos aportes morales de Manucha Algarin, Josefina, la reina Guiomar -quien se rebeló con el Rey Miguel en las montañas de Buria-, así como la resistencia pasiva de la esclavizada María Dolores -esposa de José Leonardo Chirino-, no fueron en vano, pues quedaron como referencias de lucha que las cadenas, el cepo, la violación sexual y el racismo no fueron barreras para aspirar a conquistar la libertad.
Cuando se inició la guerra de independencia, miles de mujeres que estaban esclavizadas y otras libertarias y cimarronas, participaron activamente en ese largo conflicto bélico. Ahí estuvieron desde enfermeras hasta las que manejaban un fusil, disparando un cañón, o empuñando una espada para los combates cuerpo a cuerpo… de eso nuestra historiografía oficial poco dice.
María Cumbale, reivindicada por la historiadora Gregoria Urbano del estado Sucre, es un hermoso ejemplo de lidereza en plena guerra de independencia, así como los casos de Josefa Camejo y Juana Ramírez, “La Avanzadora”, sin dejar de nombrar el papel ético de Hipólita y Matea en la formación intelectual de Simón Bolívar.
Guerrilleras y democracia
participativa
Las luchas por la liberación nacional en Venezuela desde los tiempos de Gómez hasta la democracia representativa, liderada por los partidos Acción Democrática (AD) y COPEI, contó con la participación de extraordinaria mujeres, muchas de las cuales ofrendaron su vida. En este punto es necesario recordar a la afrobarloventeña Argelia Laya, quien fue comandante guerrillera, así como lo fue y sigue siendo la combativa diputada María León.
Hoy no dejamos en el olvido a la “Negra Dilia” Rojas asesinada en Yaracuy, en plena democracia representativa, por un gran aliado de los actuales golpista como lo es López Sisco, quien dirigía la policía política de la década de los ochenta del siglo pasado. ¿Quién se acuerda de las mujeres afrodescendientes masacradas en Cantaura, en tiempos del gobierno de Luis Herrera Campins? Ellas fueron Emperatriz Guzmán Cordero, Fanny Alfonso, María Echegarreta Hernández, Carmen Rosa García, Beatriz del Carmen Jiménez, María Luisa Estévez Arranz y Euménides Isidora Gutiérrez Rojas. A ellas nuestro sentido homenaje.
Estas historias están recogidas en la tercera edición de mi libro “Africanas, esclavizadas, cimarronas y guerrilleras”, el cual saldrá la semana próxima, y que por cierto el Instituto Nacional de la Mujer ni “ovarios” le paró para su publicación…
La voz de Afroamérica
Jesús “Chucho” García