Nicolás golpea al pueblo, golpea los derechos fundamentales del ciudadano y la Constitución, golpea el estómago de los más humildes; nosotros golpeamos la injusticia con gritos que claman libertad y democracia
El régimen que estamos padeciendo -bajo la conducción del inefable Nicolás y la tutoría y algo más de los Castro de Cuba- es un régimen de golpes, donde todos somos sospechosos, el primero de ellos Nicolás. Aquí todos golpeamos, yo golpeo, tú golpeas y él hace lo propio. En plural la conjugación del verbo se mantiene invariable: golpeamos, golpeáis y golpean. El golpe no deja el discurso de Nicolás y su boca lo vomita constantemente; es su defensa, la justificación de su fracaso y el intento de mantener a su lado el chavismo decepcionado que dejó de quererlo hace rato. Por supuesto que esa lluvia de golpes proviene del imperialismo, la burguesía criolla y los pelucones, quienes conspiran constantemente, y a diario intentan uno o varios golpes, los que invariablemente Nicolás denunciará con solemnidad ante el mundo, sin aportar ninguna prueba.
Si las consuetudinarias denuncias de golpes de Estado y magnicidio de Nicolás no acarrearan prisión y daño a valientes disidentes, estas serían para celebrarlas, ya que él luce gracioso echando sus cuentos con cara de desespero y angustia, diciendo que lo van a matar y anunciando un magnicidio que ninguno cree, ya que todos tenemos un rollo de esa cabuya. No obstante, a veces Nicolás se supera a sí mismo cuando inventa algo excepcionalmente bueno, como lo del Tucano, que hizo reír tanto en Venezuela como en el exterior.
Recientemente leímos una justa aseveración en el diario La Nación, de Argentina, referida a Cristina Kirchner: “Tildar de golpista a un disidente es vieja fórmula del autoritarismo”. Qué gran verdad. Fidel anunció en sus 48 años de protagonista más de 80 golpes de Estado frustrados o intentos de magnicidios. Obsérvese que siempre la denuncia va acompañada de los calificativos “frustrado” o “intento”. Chávez navegó siempre hacia el mar de la felicidad, donde encontró la muerte en diciembre de 2012 (nadie cree ya el cuento de que murió en Caracas el 5 de marzo de 2013). El difunto comandante eterno siguió la lección del maestro, y en 14 años tuvo una veintena de golpes de Estado frustrados e intentos de magnicidio; nuevamente los calificativos “frustrado” e “intento”.
De su lado, Nicolás gana con creces el Récord Guinness, el llantén por golpes es a diario, lo que resulta muy comprensible dada su popularidad por el piso y el rechazo del 80 % de la población; Nicolás busca, por la vía del golpe frustrado, el perdón por el “pobrecito yo” víctima de tanta conspiración nacional y extranjera, en la que están metidos hasta personeros de la República de Colombia y del Reino de España; busca compasión y justificación a su mediocridad, a la pobreza conceptual y de logros de su gobierno, y a la corrupción que se traga con desespero los pocos dólares restantes, chupándose las reservas sin miramientos.
Las cantaletas de Nicolás son por cadena nacional de radio y televisión, de la cual hace uso constantemente, a veces hasta en dos oportunidades por día. La semana pasada pedía desde la Plaza Bolívar de Caracas y a pleno pulmón, “defiendan la Constitución si me pasa algo”. Allí está otra vez el llorón, “si me pasa algo”. Solo le preocupa y lo mueve su vida y mantenerse en el poder, sin interesarle lo que trágicamente le pasa hoy al pueblo. De otro lado pide defender la Constitución, cuando es él quien la patea a diario, golpe y golpe contra ella, golpe contra el Estado de Derecho.
Así serán no creíbles los golpes de Estado de Nicolás, que a pesar de la hegemonía comunicacional que ha impuesto, está poncha’o, está perdiendo el juego y no ha podido sembrar sus mentiras.
Nicolás golpea al pueblo, golpea los derechos fundamentales del ciudadano y la Constitución, golpea el estómago de los más humildes; nosotros golpeamos la injusticia con gritos que claman libertad y democracia. Yo golpeo, tú golpeas, él…
Paciano Padrón
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