La Constitución vigente o de la República Bolivariana de Venezuela votada el 15 de diciembre de 1999 fue el resultado de una faena que tomó a la Asamblea Nacional Constituyente aproximadamente 100 días; lo que para muchos evidenció prisa, premura, precipitación. Recuerdo haber interrogado a algunos amigos que la trabajaban y la explicación que obtuve fue que el líder HCHF había presionado para obtenerla prontamente. El Presidente quería apurar ese trámite. Los gazapos y demás carencias, falencias y defectos que obran en el texto tal vez encuentren en esa situación descrita su razón de ser.
HCHF parece haber sido un hombre de contrastes. De un lado una visible astucia, carisma, intuición e inteligencia pero del otro, ignorante, resentido, obsesivo, tozudo, caprichoso y narciso. Esa mezcla produjo una personalidad capaz de conductas contradictorias que descubren una formación compleja y un accionar desordenado. No obstante, quizá sintió el Comandante que su tiempo sería corto y mutó hacia un ansioso protagonista al que los términos temporales desesperaban y consecuentemente hizo del poder, sus instancias, su dinámica un teatro envuelto en su rutina. El hubiera querido largos día sin noches, extensos en el que viviera todo, supiera todo y midiera, pesara, contara las diferentes experiencias existenciales.
HCHF hizo del poder y su permanencia en el espacio del mando su pasión y su devenir. Probarse y desnudar su sintonía con el soberano pueblo al que sedujo de sus encantos cual brillante demagogo se convirtió en una tentación, un reto, un desafío y así lo entendió siempre y especialmente luego de aquel referendo revocatorio que habría ganado cuando todo parecía perdido. La impronta pues del caudillo y comandante al proceso de revisión o transformación como le gustaba llamar a su episodio de estelarismo histórico colocó a las consultas electorales en la prioridad y así, al tiempo que inficionaba de personalismo a la institucionalidad construyó dialécticamente un constructo con su firma al cual todo se subordinó. Si Alberto Adriani habló del “estado gomecista”, me atrevo modestamente a referirme al “estado chavista” y en el ejercicio al estado electoral.
No es la oportunidad para petulantemente clamar al estado del arte y comparar, cotejar, ponderar la veracidad y consistencia de mis afirmaciones. No soy psicoanalista ni psiquiatra, pero después de haber leído y ojeado varios de los estudios y escritos sobre el acontecer de los últimos 16 años concluyo que más hemos pensado y analizado la personalidad de HCHF que la fenomenología dentro de la cual ha gravitado el susodicho. Por eso me atrevo a opinar como lo hago.
En realidad, las pintas reflexivas de hoy pretenden perfilar las facetas del comportamiento de la clase política gobernante aunque habría también que determinar si hay chavismo con el imitador Maduro. Quienes suceden a Chávez tienen en común que hicieron de espalderos del Teniente Coronel y viendo a Carreño, Cabello y al mismo NM parecen solo ser eso, guardaespaldas de la misma caravana de ambiciones, artífices del mismo asalto de la mediocridad cuyo ascenso nadie niega ni su esencia tampoco.
Mentirán, manipularán, violarán la ley y la Constitución, contaminarán el proceso de la consulta pendiente sometiéndolo absolutamente al propósito de ganar la elección y permanecer en el poder aunque para ello y nuevamente tengan que enajenar sus almas y sacrificar en ese altar al mismísimo porvenir de la patria a la cual por cierto, vejaron, utilizaron y macularon.
Nelson Chitty La Roche / e-mail: nchittylaroche@hotmail.com / Twitter: @nchittylaroche