***** La vida recobra un sentido diferente cuando llega la justicia tan buscada. Con la justicia, si bien es cierto que no se logra devolver a la vida a la persona, se logra la reparación de una manera simbólica, haciendo prevalecer el estado de derecho y castigando a los culpables
Bryan Barrios Grafe
Un tipo de violencia que padecen las mujeres venezolanas, es aquella que se deriva de acciones que atentan contra el desarrollo de su proyecto vital. Para muchas, el ser madres forma parte de ese proyecto. ¿Qué ocurre cuando la violencia toca la puerta y le arrebata a uno de sus hijos e hijas y trunca de esta forma su proyecto de vida y el rol social que había asumido?
María Peña, es una mujer venezolana a quien funcionarios de la Policía Metropolitana asesinaron a su hijo Jhon Alejandro Peña, el 14 de Junio de 1999. Una vida negada, luchada y celebrada fue lo que le tocó a raíz de este hecho. Tres procesos, cada uno de ellos con una complejidad dolorosa pero con una riqueza incalculable que sin duda alguna le enseñó a resignificar su experiencia encontrándole un sentido a lo sucedido.
Vida negada
“¿Qué será de mí sin mí hijo?, ¿Qué debo hacer?” fueron las interrogantes iniciales de María. Las hijas e hijos se constituyen en el motor que impulsa a las madres a seguir adelante, ellos son el por qué y el para qué de sus vidas, todo lo que hacen, piensan y sienten es entorno al hijo. “Un hijo es lo más grande que uno tiene ¿No lo crees?” nos interpela.
Una vez que la hija o el hijo desaparecen a la madre se les desconfigura la vida, entra entonces en un sin sentido, en un sin para qué y en un sin por qué vivir, ya no hay razones, todo lo que ella tenía se le ha ido. Sus sueños, sus esperanzas, sus anhelos, su risa se le va con la pérdida de un hijo o de una hija. “Antes mi proyecto estaba centrado en que mis hijos estudiaran para lograr un oficio u profesión, en salir jubilada y quedarme en casa tranquila”.
Cuando llega una enfermedad crónica que anuncia la muerte en cualquier momento, los familiares tienen la oportunidad de prepararse para ella y vivir el proceso de duelo, entendido como la resignación y aceptación de la eventual pérdida. Es este proceso que no es permitido ser vivido cuando un hijo o una hija son asesinados por funcionarios policiales encontrando que el familiar violentamente y de una forma agresiva se enfrenta a la muerte.
Aparece la culpa en un intento por encontrar sentido al hecho: “Muchas veces me sentí culpable por la muerte de mi hijo. Por no estar en el momento en que lo mataron. En el momento de más angustia, desesperación y dolor”. Tras la culpa, el dolor empieza hacer estragos causando un fuerte impacto a nivel emocional, aparece entonces la depresión. “A veces me deprimo porque pienso que no le di todo. Todo lo que tenía que dar a mi hijo querido, ¡El tiempo pasó tan rápido! Cuando me di cuenta ¡Era tarde!…”. Este es el lamento de María.
Vida luchada
La atención integral a personas víctimas de violación de derechos humanos consiste en un primer momento en mostrase solidario con la pérdida del familiar y empezar un proceso de acompañamiento en la elaboración del duelo. Es entonces cuando a partir de este proceso inicia la fase de comprensión, a entender por qué sucedió, qué es lo que posibilita que hechos como estos ocurran. Comprender sin justificar el contexto socio-político en el cual ocurrió. Encontrar respuestas de alguna manera le ayuda al familiar a disminuir la culpa.
Cuando eso ocurre entonces se comienza a reconstruir el proyecto de vida destruido por la muerte violenta del familiar, se pasa de la aceptación a la resignación, de esta a la indignación ya no por la pérdida sino por las causas y de ella a la implicación. “Ahora mi preocupación es la justicia y que no se repita esta historia horrible, que ninguna madre tenga que llorar la muerte de su hijo, a causa de un abuso policial”.
Inicia la búsqueda de justicia, ésta se constituye en el nuevo proyecto de vida para la persona, al entender y descubrir las causas que trajeron como consecuencia que la o el hijo haya sido asesinado clarifica las acciones a tomar para qué eso no vuelva a ocurrir nunca más en ninguna otra familia venezolana. La denuncia jurídica y comunitaria se convierte en una herramienta sanadora y justiciera, es el paso de lo privado a lo público, es luchar contra los mecanismos de impunidad.
María, nos cuenta como fue ese momento para ella: “Dolida, triste, llena de lágrimas, destruida, perdida ¿Qué sería de mí ahora sin la familia, los amigos, los vecinos? Tanta gente a mi lado que me animó para irme a la pelea a favor de la justicia y la vida. Con lágrimas en los ojos y con un intenso dolor me fui a denunciar a los funcionarios policiales paso a paso”.
Vida celebrada
El camino de búsqueda de justicia es un camino doloroso y agotador que puede durar meses y hasta años, pero en compañía de personas que se solidaricen con la familiar hace que el proceso se convierta en un espacio de formación y liberación así como sanador para la persona. La vida recobra un sentido diferente cuando llega la justicia tan buscada. Con la justicia, si bien es cierto que no se logra devolver a la vida a la persona, se logra la reparación de una manera simbólica, haciendo prevalecer el estado de derecho y castigando a los culpables cerrándole el paso a la impunidad que castiga en el olvido a la víctima.
Luchar contra
la impunidad
María Peña, da fe de ello: “La justicia, pensaba, era difícil de conseguir. Yo creía que nunca lo lograría, pero llegó, después de algunos años, llegó. Una tiene que luchar mucho contra muchos, contra todo, contra todos los mecanismos de impunidad… La justicia se logra cuando estás acompañado, cuando uno camina con otros de la mano tomada y cuando hay quien te anime seguir luchando”
Ella reconstruyó su proyecto vital. Es verdad, hace 15 años su proyecto se destruyó con la muerte de su hijo, también lo es que la lucha por la justicia y la paz es ahora parte integral de su vida. Contemplar su vida negada, luchada y celebrada nos impulsa a seguir siendo apoyo y estímulo para aquellos y aquellas que lamentablemente sus vidas se ven interrumpida por la muerte inesperada de un ser querido
La voz de los Derechos Humanos
Red de Apoyo por la Justicia y la Paz