Las autoridades no tienen esperanzas de encontrar con vida a ninguno de los 150 ocupantes del vuelo de la aerolínea Germanwings entre Barcelona y Düsseldorf que se estrelló hoy en los Alpes franceses, en la mayor tragedia de una compañía de bajo coste en Europa.
Un importante dispositivo -casi 300 gendarmes, 10 helicópteros, miembros del Ejército y personal técnico-, se trasladó al lugar de los hechos después de que el vuelo 4U9525, que había despegado de Barcelona a las 10.05 hora local se estrellara casi una hora más tarde contra una pared de la montaña, tras ocho minutos de caída.
Las autoridades consideran prematuro aventurar las causas del siniestro y no descartan ninguna hipótesis, incluida la del atentado terrorista, según aclaró el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, que se trasladó de inmediato al lugar de los hechos.
En pocas horas, los servicios de auxilio encontraron entre los restos del avión, prácticamente pulverizados por la violencia del choque contra la roca, una de las dos cajas negras, que será analizada en pocas horas por los expertos de la reputada Oficina de Investigación y Análisis (BEA).
Por pocos kilómetros, el avión no impactó con alguna de las pequeñas aldeas alpinas que jalonan la región, lo que limita las víctimas a los 144 pasajeros, dos de ellos bebés, los dos pilotos y los cuatro asistentes de vuelo.
El avión transportaba entre otros a un grupo de adolescentes alemanes que había realizado en España un intercambio estudiantil.