Mientras esto ocurre, sus autoridades, “guabinean” con el Decreto de Obama
La gran mayoría del pueblo venezolano, en los últimos días, ha estado conmocionado por la amenaza que se desprende de la Orden Ejecutiva o Decreto Ley que el presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama, promulgara el pasado 9 de marzo, en el que se cataloga a nuestro país como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de la nación estadounidense.
Esta conmoción no es fortuita sino que responde al hecho comprobadamente cierto que cuando la potencia gringa formula declaraciones de esta naturaleza es porque ya tiene trazada una estrategia de intervención, bien sea directa o indirecta, hacia el país sobre el cual recae tal amenaza.
Teniendo presente esta realidad incontrovertible, el pueblo venezolano, en su inmensa mayoría se ha volcado a manifestar de distinta manera su respaldo al gobierno nacional ante la emergencia en que está envuelta la Patria.
10 millones de dignidad
El Presidente Nicolás Maduro trazó la meta de recoger 10 millones de firmas en rechazo al amenazador e injerencista Decreto, que han de serle entregadas a Obama en la Cumbre de las Américas, a realizarse, en Panamá, entre el 10 y 11 de abril próximos, solicitándole con ellas que derogue el controversial Decreto-Ley; recolección de firmas que ya lleva cerca de 6 millones, en apenas 9 días, lo que indica que muy probablemente se supere, ampliamente, la meta decenal trazada, a las que habría que agregar, naturalmente, la cantidad ingente de firmas que, solidariamente, se están recogiendo internacionalmente; un hecho novedoso, de contundente dignidad, nunca antes visto, en los anales de la solidaridad mundial.
Pitiyanquismo hasta
por los poros
Pero, mientras, este hecho, realmente extraordinario, acontece en el país, con su evidente repercusión mundial, la oposición venezolana, salvo contadas excepciones, no hace sino guabinear dejando entrever su tradicional posición rastrera y apátrida cuando de los intereses imperiales se trata; el pitiyanquismo del cual nos habló y alertó, en su momento, el insigne compatriota Mario Briceño Iragorry, se les sale por los poros sin ningún tipo de vergüenza y con el mayor desparpajo.
Cómo les cuesta a esta clase dirigente burguesa, en clara decadencia, concebir un modelo político, de raigambre nacional, alternativo al enarbolado por el Comandante Chávez. ¡Sí no puede ser de otra manera!, porque al constituirse, históricamente, como clase no lo hicieron desde una perspectiva nacional sino aferrados, sumisos, como enclaves y dependientes a los círculos de acumulación del capitalismo mundial, de tal forma, que mal pueden a estas alturas del proceso socio-histórico, sus expresiones políticas, siquiera asomarse a la idea de concebir un Proyecto de país fundamentado en un desarrollo capitalista independiente; adolecen de una incapacidad congénita para asumir el papel de vanguardia que jugaron sus congéneres de los países capitalistas desarrollados; como diría uno de sus más conspicuos filósofos “no se le puede pedir peras al horno”.
Casos patéticos
De las circunstancias de la clase política opositora que tenemos en nuestro país, el caso más patético es el del estado Miranda, en donde están localizados las bases sociales y políticas operativas de sus más connotados dirigentes: María Machado, Leopoldo López, Julio Borges, Freddy Guevara, Capriles y Smolansky, entre otros. Estos dos últimos, actualmente, con funciones ejecutivas de gobierno, uno con seis años como gobernador, y, el otro, con un año como alcalde, pero en sensu stricto, ambos, con una práctica común de gobierno: se caracterizan por estar ausentes de las responsabilidades que les son inherentes a los cargos que ostentan.
Gestiones que, a nuestro entender, dejan mucho que desear, en los más diversos aspectos de la gestión pública. Por razones de espacio tomaremos, muy sintéticamente, por lo pronto, sólo uno, el de la inseguridad, muy cacareado por estos funcionarios pero en el que ambos sólo pueden presentar, lamentablemente, resultados poco alentadores.
Capriles
Está claro que no se ocupa de la seguridad del estado Miranda, entidad con el índice de peligrosidad más alto del país; a pesar de contar con los recursos económicos disminuyó el número de efectivos policiales y no dota a la policía estadal de los equipos requeridos, y lo que es más preocupante y al mismo tiempo elocuente de su equívoca posición en materia de seguridad es su falta de disposición de integrarse a los planes de coordinación policial impulsado por el Gobierno Nacional, ni por asomo se incorpora la policía bajo su mando a los cuadrantes policiales, está visto, que por su afán opositor, prefiere el fracaso y el saboteo de la coordinación antes que propiciar la seguridad ciudadana.
Smolansky (Voluntad Popular)
Por su parte, Smolansky, basó su campaña para ganar la alcaldía en la consigna El Hatillo, un territorio blindado frente a la inseguridad; al cabo de 14 meses de gestión, dicha consigna quedó para el recuerdo porque la contundente realidad es que la inseguridad se ha extendido por todo el Municipio: robo en las casas, atracos en las calles a plena luz del día, aumento del secuestro expreso que no se denuncia, robos de motos y celulares, asaltos en la unidades del transporte público, total ausencia policial, etc.
No gobiernan, guabinean
Evidentemente, estos funcionarios, optaron a estos cargos no para gobernar en función de los intereses de los ciudadanos sino para desarrollar políticas desestabilizadoras, guarimbéricas, recogidas en expresiones, como la de la Salida hasta que se vaya este gobierno (López-Voluntad Popular) o ahora sí llegó el momento, de jugar en dos tableros o a dos bandas, enmarcadas en el planteamiento embaucador de la Transición; políticas desestabilizadoras, auspiciadoras del ansiado golpe de estado, concebidas y monitoreadas desde el Norte, de allí él guabineo frente al nefasto decreto de Obama. Una cosa se hilvana con la otra.
Notas paralelas / Miguel Ugas