La Semana Santa es el tiempo propicio dado por Dios para la reflexión, la meditación, el ensimismamiento, la introversión, que los seres humanos deben realizar en pro de la planificación personal, familiar y comunitaria de una Política Pública de reconciliación, de apaciguamiento de calma de pacificación que beneficie bien común de nuestra sociedad.
Los días en que los ciudadanos atraviesan dificultades, conflictos, son momentos oportunos, para que todos y cada uno de los ciudadanos programen una real y verdadera política pública, de paz, de amor, de compromiso, de lealtad, de responsabilidad, para logar con el favor de Dios salir del trance político, social y económico en el cual nos encontramos. La Semana Santa es el período adecuado, el conveniente, el procedente, para la ejecución de ese programa de política pública, de concordia, de armonía, de avenencia,en lo personal, familiar y ciudadano, ya que el espíritu del ser humano se abre a la creencia religiosa, y la mente se rasga a las tradiciones, a las costumbres.
La resurrección es la victoria frente la muerte, es el resurgir, es el renacer, es el renovarse, es pues la fórmula ideal para crear una gran política pública de reconciliación, en la cual, sin distingo de clases, género, ideologías partidistas, religiones, los venezolanos podamos vivir con la gracias de Dios, en paz, en amor y unión. La resurrección del Señor Jesús ha hecho vigente lo predicado por los profetas, vino al mundo como humano, murió como tal y resucitó para dar testimonio de ser el hijo de Dios y dejando bien establecida su política pública de amor y paz.
Nuestro país debe vivir hoy una política pública de resurrección del amor, de paz, de reconciliación, de unidad, de apaciguamiento, de calma, de tranquilidad, de serenidad, para poder progresar, desarrollarse, avanzar, prosperar, y ser la tierra de gracia, por todos y cada uno de los ciudadanos anhelada, ambicionada, deseada, esperada; pero para lograrla hay que, cada uno de los seres humanos que en este destino del mundo viven, poner de su parte como política pública privada, corazón, aliento, hálito y pasión de resucitado.
El resucitar exige de una política pública privada de comprensión, de perspicacia, de juicio, de clarividencia, de precepción, de agudeza, para poder entender en todas y cada una de las partes, lo que les sucede por los acontecimientos sociales, políticos y económicos a los ciudadanos de la nación. Por esa razón el señor Jesús nos dejó a los ciudadanos de Venezuela esta política pública: “Bienaventurados (Felices) los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. Bienaventurados los humildes[a], pues ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios. Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí.
Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes. Mateo 5:3-12
El señor ha resucitado, con su política pública de amor y paz.
Levy Benshimol R.