El derecho a manifestar es mecanismo de diálogo  

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Expresarse libremente es un derecho humano y manifestar pacíficamente no es ni será un delito. En el momento que ejercer nuestros derechos conlleve a riesgos de represión o discriminación por parte del Estado, entonces es aún más importante seguir denunciando ante las instancias gubernamentales correspondientes

 

 

Santiago Rosas

 

 

Discutimos con la familia, discutimos con la pareja, discutimos con nuestros profesores. Lo hacemos de manera abierta, normalmente respetuosa y sin miedo. Es parte de la dinámica de nuestras vidas o de cualquier sociedad, no estar siempre de acuerdo y así manifestarlo. El respeto y la tolerancia en contextos democráticos son una condición para el desarrollo tanto personal como social. Sin tolerancia no hay democracia y sin democracia no hay desarrollo; puede haber crecimiento económico pero jamás desarrollo sostenido.

El Estado ante

las manifestaciones

 

Tanto por su carácter de promotor de desarrollo como por ser quien ostenta el monopolio de la fuerza, el Estado debe ser necesariamente tolerante ante personas o grupos que opinen distinto.  Un Estado que no toleré manifestaciones, tanto en su contra como contra otras instituciones o personas y que decida reprimir, amedrentar o ilegalizarlas está condenando el desarrollo del país.

La posición ideal del Estado ante el derecho a manifestar y la libertad de expresión debería basarse en una antigua y conocida frase de Voltaire: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. No hay nada que fortalezca más una democracia que una oposición fuerte, aunque a quienes estén en el poder no les guste. No importa si son manifestaciones por reivindicaciones estudiantiles, laborales, los derechos de los homosexuales o contra la tala de árboles: manifestar es un derecho y un mecanismo a través del que la sociedad –y especialmente sus minorías- puedan hacerse sentir y ser escuchados por quienes tienen en sus manos el poder de tomar decisiones que afecten el entorno. Si bien las protestas pueden realizarse ante distintas personas o instituciones, cuando son hacia el Estado, el derecho a manifestar es donde debería estar más garantizado. Se nos olvida que somos los ciudadanos los jefes del Estado, y no al revés.

Los Estados cuando son totalitarios, silencian a quienes le adversan o quienes hablan libremente de lo que creen que está mal. Por eso, está la constitución y los derechos humanos; para proteger a las y los ciudadanos del Estado. Cuando esto falla empiezan a aparecer los presos políticos, la censura, la autocensura y sobre todo el miedo. Un miedo lógico y natural. ¿Cómo no tener miedo de adversar o criticar a una institución que puede quitarte tu libertad o tu vida sin contrapesos que lo limiten? Un Estado que limite la libertad de expresión y el derecho a manifestar es porque quienes lo regulan, lo permiten y porque tienen miedo de perder la posición de poder que ostentan.

Las manifestaciones deberían llevar siempre al diálogo y al encuentro, del cual se aclaren las diferencias y se logren soluciones –siempre que sea posible- en donde ambas partes puedan salir ganando. Ni los totalitarismos ni las dictaduras les gusta debatir, por lo que tampoco les gustan las manifestaciones. En muchas ocasiones es más fácil reprimir o utilizar la fuerza que utilizar la razón. Con armas de por medio entre dos partes no hay condiciones de dialogo sino de imposición de la armada sobre la indefensa.

 

Mecanismo de desarrollo

y participación

 

Si bien las motivaciones para manifestar pueden ser diversas, todas buscan algo en común: ser escuchadas para cambiar una determinada situación o una respuesta oportuna. Las manifestaciones  deben llevar al diálogo y el debate entre quienes protestan y ante quienes se protestan (instituciones). Manifestar es una manera de que las y  los ciudadanos participen activamente en la sociedad y está garantizado en nuestra constitución (art.68). Limitar el derecho a manifestar es delimitar también la participación ciudadana, un elemento clave para lograr el desarrollo de cualquier sociedad. Si se establecen barreras para realizar las manifestaciones pacíficas también se está discriminando a quienes manifiestan.

 

 

El verdadero riesgo:

la autocensura

 

El ser humano ha demostrado poder adaptarse y acostumbrarse a cualquier situación. Esto, aunque generalmente es positivo tiene sus excepciones cuando se trata de situaciones en donde existan violaciones de derechos humanos. Uno de las peores consecuencias del uso abusivo de la fuerza para torturar, reprimir manifestaciones o usar la violencia discriminatoriamente es que genera miedo en la sociedad. Un miedo que lleva a la autocensura y a que las y los ciudadanos se limiten de ejercer sus derechos. La autocensura es una situación a la que no se debe acostumbrar sociedad alguna.

Expresarse libremente es un derecho humano y manifestar pacíficamente no es ni será un delito. En el momento que ejercer nuestros derechos conlleve a riesgos de represión o discriminación por parte del Estado, entonces es aún más importante seguir denunciando ante las instancias gubernamentales correspondientes. Quien calla otorga y autocensurarse o limitarse en el ejercicio de nuestros propios derechos fortalece a aquel organismo ya que ve logrado su objetivo de mantenerse en el ejercicio de su poder en un monólogo, sin espacio para el diálogo ni la crítica.

 

 

Lo que dice la Constitución

 

*** Artículo 68: “Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establece la ley. Se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas. La ley regulará la actuación de los cuerpos policiales y de seguridad en el control del orden público”

Artículo 19. Derecho a la libertad de expresión Declaración Universal de Derechos Humanos:

“todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

La voz de los Derechos Humanos

Red de Apoyo por la Justicia y la Paz

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