Tormentas e inundaciones repentinas llegan al desierto chileno de Atacama, que por lo general se encuentra completamente seco, haciendo que el río Copiapó se desborde llevándose la vida de al menos siete personas.
Por temor a posibles deslizamientos de tierra, las autoridades locales han evacuado a miles de personas, muchas de las cuales pertenecen a comunidades mineras situadas en valles estrechos que cruzan el desierto.