La inclusión de La Habana se da en el marco de un intento de deshielo entre Cuba y Estados Unidos, que anunciaron en diciembre un relanzamiento de sus relaciones diplomáticos rotas hace más de cinco décadas
Arropada por muchos de los países que le dieron la espalda tras la revolución hace cinco décadas, Cuba asistirá por primera vez a una Cumbre de las Américas.
Pero no será el regreso sin tropiezos esperado por muchos, luego de un enfrentamiento producido el mes pasado entre el principal aliado ideológico de la isla, Venezuela y Estados Unidos, la potencia con la que Cuba comenzó un proceso de normalización de relaciones.
El propio presidente Nicolás Maduro planea entregarle millones de firmas a Barack Obama de personas que le piden que revoque las sanciones en contra de una media docena de altos funcionarios del gobierno del país petrolero y la declaratoria por parte de Washington de que Venezuela era un peligro para su seguridad nacional, lenguaje que normalmente es usado al decretar este tipo de sanciones.
Desde Washington, el asesor adjunto de Seguridad Nacional Benjamín Rhodes, rectificó el martes y dijo que «Estados Unidos no cree que Venezuela represente algún peligro para la seguridad nacional». Las sanciones, agregó, «no son de una escala que, de alguna manera, pretendan atacar el gobierno venezolano en general».
El mandatario venezolano calificó las declaraciones de Rhodes como «muy interesantes» y reiteró que estaba abierto a tener vínculos de amistad con Estados Unidos, pero con respeto.
No es probable que la retractación estadounidense relaje la posición de Venezuela, incluso tras la visita de un alto diplomático estadounidense, Thomas Shannon, que viajó a Caracas a dialogar directamente con el presidente Nicolás Maduro el miércoles.
«El enfrentamiento entre Estados Unidos y Venezuela ha ido estropeando el clima de distensión interamericana que debía distinguir la cumbre», dijo a la AP el analista Roberto Veiga, Coordinador General de Cuba Posible, un centro de estudios no gubernamental.
El presidente cubano Raúl Castro dejó en claro hace un par de semanas de qué lado estaban sus lealtades: «es imposible ni comprar, ni seducir a Cuba, ni intimidar a Venezuela», dijo el mandatario quien aseguró que nadie debe pretender que por negociar con Estados Unidos la isla deje de lado a sus tradicionales aliados políticos y económicos.
Razones no le faltan: en los últimos 15 años Venezuela se convirtió en el principal socio comercial de Cuba y en Venezuela trabajan miles de médicos y técnicos cubanos que apoyan los programas sociales iniciados por Hugo Chávez y continuados por Maduro.
Ideológicamente Cuba y Venezuela lideraron la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que se convirtió en un mecanismo de apoyo a los pequeños países de la región en franca oposición a la política exterior de Washington en Latinoamérica.
AP