Atrás quedaron aquellas dos semanas prometidas por el gobierno de Nicolás Maduro en enero de 2015, en las que veríamos superadas las colas y el desabastecimiento de artículos de primera necesidad. Y para muestra un botón.
Han pasado cuatro meses de ese histórico inicio de año colmado de incertidumbre y desesperación en los que muchos venezolanos nos topamos en una larga fila buscando algún alimento, medicinas, pañales o una bolsita de detergente para lavar la ropa, y la realidad sigue siendo la misma. Como si el tiempo se hubiera detenido, y también el gobierno.
Pero la carestía de productos básicos no es nueva. Ya en 2009 la falta de Leche, carne, harina, huevos y pasta en los anaqueles era objeto de estudio y sobre todo de preocupación en el país. ¿Y qué hizo el gobierno? Destruir el aparato productivo, promover la diáspora de venezolanos, poner trabas, controles y más controles para asfixiar a la fuerza fértil de este país.
¡Ni lavan, ni prestan la batea!
Y mientras fingen estar buscando salidas urgentes para superar la crisis, la lista de artículos en peligro de extinción es cada vez más larga. Ya ni pan podemos llevar con regularidad a la mesa por falta de harina de trigo, y según advierten los propios panaderos el sagrado alimento pudiera desaparecer definitivamente porque no tienen divisas para comprar materia prima.
Algo similar está pasando con la arepa. El precio de producción es mayor al de venta, lo que hace inviable fabricar la harina de maíz con la que amasamos ese rico pan redondo, cuya historia se remontan nada más y nada menos que al siglo XVI. Un plato de tradición. Símbolo del venezolano que hoy está sufriendo un lento ocaso por las torpezas de este régimen.
Y ni hablar de la carne.
Somos un pueblo que no consigue pañales desechables para los niños, pero tampoco detergente para lavar paños de tela, en caso de tener que usarlos como sustituto. Sociedad que sobrevive a la desidia e incompetencia de un gobierno que se hace llamar revolucionario, y que en nombre de una hipotética “guerra económica” ha humillado, vejado y cercenado nuestros derechos a elegir y a estar bien alimentados, consagrados en los artículos 117 y 305 de la Constitución.
Somos un país con escasez de gobierno, pero con muchas ganas de salir adelante.
Renacer de las cenizas está en nuestras manos. Unidos y con esperanzas lograremos el cambio que queremos y merecemos para Venezuela.
Juntos hacemos la diferencia.
¡Por Venezuela vale la pena seguir luchando!
Jorge Barroso
Twitter: @jorgebarrosod