Barack Obama ha vuelto a poner en práctica su manual de cómo dirigir la política exterior de Estados Unidos. Esta vez ha sido con Venezuela. Mientras el ‘número dos’ de la diplomacia de ese país, Thomas Shannon, visitaba Caracas y se reunía con Nicolás Maduro y con los líderes de la oposición venezolana, el presidente llevaba a cabo la primera visita en más de 30 años de un presidente de EEUU a Jamaica, un país que vive en buena medida del petróleo venezolano. Allí, se va a reunir con una serie de jefes de Estado y de Gobierno que también están subsidiados por Caracas.
El motivo del viaje de Obama es ofrecer a ese país una alternativa al crudo de PDVSA, es decir, la empresa petrolera estatal venezolana. Así pues, mientras Washington agita por un lado la pipa de la paz en Caracas, en Kingston busca vías para reducir el poder económico de Venezuela en la región. Es, en definitiva, la petrodiplomacia de Obama contra la petrodiplomacia de Nicolás Maduro.
El 4% del PIB de Jamaica es subvencionado por Venezuela, según un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicado hace un año. Eso se debe a que ese país es uno de los 17 miembros activos de Petrocaribe, una iniciativa lanzada por Hugo Chávez en 2005 en virtud de la cual Caracas da créditos extremandamente blandos -a un interés que ronda el 2%- y con periodos de carencia de dos años a una serie de países para que paguen con ellos parte de las compras de crudo que le hacen.
Según el centro de estudios de Washington Atlantic Council, Petrocaribe ha estado enviando a sus socios entre 86.000 y 121.000 barriles de petróleo diarios. Aparte, están los 91.000 barriles diarios que Caracas entrega a Cuba, y que ese país solo paga en especie. Jamaica le debe unos 2.600 millones de euros a Venezuela. República Dominicana, 3.400 millones.
Las cuentas son un misterio
Pero la ‘cesta de Venezuela’, que es el tipo de crudo que emplea ese país para calcular sus ingresos fiscales, está a unos 48 dólares el barril. Hace dos años, valía más del doble. Así que Venezuela está endureciendo los créditos a Petrocaribe y ofreciendo menos petróleo. Eso, a su vez, es un problema para los paises de la zona. Además, aunque las cuentas de Petrocaribe son un misterio, es probable que la mayor parte de los beneficios de la operación estén en paraísos fiscales.
Y ahí es donde ha entrado Obama, con la Iniciativa para la Seguridad Energética en el Caribe, lanzada en enero en Washington por el vicepresidente de EEUU, Joe Biden y que ayer fue puesta de nuevo sobre la mesa en Kingston. “Es muy significativo que el presidente de EEUU vaya a Jamaica para tratar de erosionar el poder energético venezolano”, ha explicado a este periódico David Goldwyn, de la consultora especializada en energía Goldwyn Global Strategies, y colaborador del Atlantic Council.
EEUU tiene activos con los que combatir a Venezuela: mucho petróleo y, además, excelente tecnología en materia de energías renovables, que pueden permitir a esos países alcanzar una independencia energética de la que hasta ahora han carecido y que les ha dejado a merced de la OPEP y de las fluctuaciones de los precios del crudo.
De hecho, no es casualidad que Obama se haya detenido en un país que no es visitado por ningún presidente de Estados Unidos desde que Ronald Reagan estuvo allí en 1982 -en la época en la que EEUU libraba una sorda batalla con Cuba y la URSS por el control del Caribe- y en el curso de un viaje con encuentros tan decisivos como una visita oficial a México y la propia ‘cumbre’ de la Américas.
Pero, ¿por qué Jamaica? En buena medida porque ese país está en medio de una brutal crisis y de un tremendo ajuste fiscal impuesto por el Fondo Monetario Internacional. De modo que todo lo que sea ayuda exterior suena a música celestial al gobierno de la socialdemócrata Portia Simpson-Miller, que se reúne hoy con Obama. El presidente de EEUU también participa en una reunión del foro regional, Caricom, formado por 15 países. Entre ellos, una docena de miembros de Petrocaribe y la propia Venezuela. Obama, así, deja claro a Maduro que va a combatirle en su propio terreno.
Claro que la estrategia estadounidense tiene un problema. “Solo va a haber un acuerdo de cooperación en los próximos años entre Jamaica y EEUU y, probablemente, instituciones multilaterales, como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, pero no algo firme”, explica Goldwyn. “Además, no hay planes para cambiar la estructura del consumo de energía de esos países. Así que, con los precios del petróleo bajos, no van a tener incentivos para dejar el crudo y moverse a las renovables”, concluye.
Información de El Mundo de España