Estos encuentros son predecibles e inútiles, en realidad, representan una especie de reality show de la alta alcurnia política continental porque más allá de las declaraciones y acuerdos de buenas intenciones no se obtiene prácticamente nada.
Los países pobres del sur del continente, representados por presidentes de dudosa tacha y compostura, aunque siempre hay sus excepciones, lo que se dedican es a fotografiarse y hacer relaciones públicas, luego, se aprovecha la tribuna de oradores para arremeter contra los Estados Unidos, motivo último de todos nuestros males y pesares.
¿Quién podría olvidar el gesto inamistoso y teatral de Hugo Chávez Frías regalándole al Presidente Barak Obama el libro de Eduardo Galeano: “Las Venas Abiertas de América Latina” (1971) en la pasada cumbre en Trinidad en el año 2009? Ese “regalo” tremendista y descortés, evidentemente antidiplomático, dibuja a un tipo de liderazgo continental pseudo progresista atascado en la denuncia y cuya principal baza es el antiimperialismo. De paso es bueno recordar que el mismo Galeano cuestionó su propia obra al señalar que: “no sería capaz de leer el libro de nuevo” y que “esa prosa de izquierda tradicional es pesadísima”, y de manera más lapidaria reconoce haberlo escrito: “sin conocer debidamente de economía y política”.
Ya lo decía un lúcido Oscar Arias en un valiente discurso (“Algo Hicimos Mal”) en una de esas reuniones: “Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre, es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. No creo que eso sea del todo justo”.
Yo no voy a realizar la apología de los Estados Unidos, una nación atrapada por la ambigüedad entre democracia e imperio militar (Octavio Paz). Todos sabemos de las contradicciones del comportamiento histórico de las potencias y países que simulan amigos cuando en realidad defienden intereses.
Las expectativas de la Cumbre en Panamá giran en torno al fin del embargo estadounidense sobre Cuba con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas plenas. No obstante éste escenario se puede oscurecer ante la inesperada actuación del nuevo adalid antiimperialista representado por Nicolás Maduro y su campaña mundial: “¡Obama deroga el decreto ya!”, que de acuerdo a las cifras gubernamentales, de dudosa credibilidad, ya se han recogido más de 8 millones de rubricas.
Panamá será el escenario de una especie de teatro del absurdo: Obama acercándose a Cuba y a la vez sancionando a funcionarios venezolanos incursos en corrupción y violación de los derechos humanos, mientras que Maduro y “sus aliados” bolivarianos volviendo a sacar del baúl de los recuerdos toda la iconografía y retórica de la Guerra Fría (1946-1991) para distraer el foco de la atención sobre la clausura de la democracia en Venezuela.
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ
Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán