El pueblo fascinado del discurso carismático se lanza un paro y bachaquea como nueva forma de sobrevivir. Sonríe a Maduro y nada le dice, ya no se queja del crimen y la violencia que le acosan, ve caer al país a pedazos y escoge sostener el desastre antes que revelar miedo, fatiga o hastío
Si el desmán y el desorden se convierten en sistema perenne, por ahí no se va al socialismo, por ahí no se va tampoco a la consolidación de una república democrática, que yo creo nos interesa conservar. Ni se va al socialismo ni se va al comunismo; se va a una anarquía desesperada que ni siquiera está dentro del ideal libertario; a un desorden económico que puede acabar con el país. Indalecio Prieto
Hugo Chávez arribó al poder en el lomo de la antipolítica y 16 años más tarde su legado es la ruina del país y la convocatoria de todas las incertidumbres. El Comandante inficionó la estructura institucional de su rasgo más característico, el culto a su mesianismo y peor aún, impuso a la Venezuela pobre y enamorada el mayor costo de oportunidad que liderazgo alguno haya supuesto en nuestra historia. Llamó Revolución a los amagos, conatos, ademanes iconoclastas en apariencia que luego serían simplemente pasajes de un drama de teatro en el que la glosa amarga y resentida se acompañó de caprichos y petulancias asumidas por un gobierno asaz ignorante que contaminó y desfiguró al Estado. En resumen, un desorden inmenso desestabiliza todavía y los epígonos y alabarderos del mundo militar y civil saquean a rabiar el erario público a nombre de los menesterosos y sus apetitos exacerbados y nunca satisfechos.
Entretanto, el pueblo fascinado del discurso carismático se lanza un paro y bachaquea como nueva forma de sobrevivir. Sonríe a Maduro y nada le dice, ya no se queja del crimen y la violencia que le acosan, ve caer al país a pedazos y escoge sostener el desastre antes que revelar miedo, fatiga o hastío. Los venezolanos, resignados algunos y rencorosos otros, prefieren detener el curso de su pensamiento evitando admitir lo que sin embargo presienten, el colapso se asoma y avisados todos nos tomara desprevenidos.
De mi lado, tengo el sentimiento de que hemos paralizado el juicio que como sociedad, como nación, como conjunto humano hemos de hacer. Los colectivos humanos a menudo sincronizan unos a otros y los cambios de régimen son resultado de esos giros que apuntan desde abajo hacia arriba El tema socioeconómico explicó la centrífuga democrática y legitima el creciente abandono a ideales, valores y principios que evidenciamos pero, ¿no es acaso perturbador que ese cambio desde el puntofijismo por cansancio y desesperanza no provoque un cataclismo mayor ante la realidad del fracaso de esta mal llamada revolución bonita?
¿Para dónde va esto? ¿Respóndame amigo lector por favor y dígame si va para mejor o peor? Tomemos unas cifras oficiales que desnudan un 98 % de impunidad en cuanto a criminalidad, delitos contra las personas. O aquella otra que presagia una inflación del 100 %. Endeudamiento vecino a 250 mil millones de dólares y sostenimiento de la escasez y el desabastecimiento. ¿Usted que me lee, seriamente piensa que Maduro pueda con esto? Creo sinceramente que se angustia como yo ante la perceptible sentencia del pensamiento que nos manifiesta pesar, frustración e incredulidad. La situación del país en manos de militares y civiles incompetentes y corruptos amenaza con comprometer no solo el presente sino el porvenir.
Vivimos pues tiempos secos, duros, graves y el escepticismo domina lo que no significa que resuelva nada. No creer no ayuda más que creer equivocadamente pero, ¿no habrá llegado la hora de reaccionar y despertar del sueño demagógico chavista que se traduce cada día en pesadilla?
Nelson Chitty La Roche
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