El 29 de enero de 1985 son ejecutados los asesinos en serie Jorge Sagredo Pizarro y Carlos Topp Collins, siendo ésta la última ocasión en que se aplica la pena de muerte en Chile
Esta historia termina con 10 personas asesinadas, los dos últimos condenados a muerte en Chile y una ciudad al borde de la psicosis colectiva. Todo comienza la noche del 30 de junio de 1980 con el asesinato de Emilio Marín, que fue el primero de diez crímenes cometidos por los que más tarde se conocerían como “Los psicópatas de Viña”: Jorge Sagredo Pizarro y Carlos Alberto Topp Collins, ambos policías en servicio activo.
Sagredo y Topp Collins eran amigos. Trabajaban juntos en la misma comisaría y en las noches les gustaba salir a mirar parejas, matar a los hombres y violar a las mujeres. Usaban pasamontañas para cubrirse la cara, guantes, una linterna para alumbrar los autos y un revólver Colt .38 especial. Su modus operandi era simple: paraban a los autos con la autoridad policial que los envestía, pedían los documentos de identificación y entonces, atacaban.
Sagredo era de mediana estatura, tenía bigote rubio perfectamente cortado y su aspecto era intimidante. Era agresivo, violento e irascible y se dice que actuaba con más decisión y crueldad. Topp Collins era alto, de rasgos finos, de apariencia amigable y pausado al hablar. Ninguno de los dos mostró arrepentimiento en sus confesiones.
Los crímenes
El 05 de agosto de 1980 el diario La Estrella de Valparaíso publicó en su portada que un vehículo Austin Mini había quedado colgando en la plaza Bellamar, ubicada en cerro Esperanza, apunto de precipitarse sobre la avenida España. Hasta ahí no pasaba de ser un suceso curioso, pero nadie imaginaba lo que significaría este hecho.
Dos días más tarde, cerca del Jardín Botánico, se encontró al dueño del carro, Enrique Gajardo Casales, un electricista que había sido asesinado. Luego de tres meses y seis días, otra muerte enlutó a Viña del Mar, la de Alfredo Sánchez Muñoz, ginecólogo de 34 años, que se encontraba en las inmediaciones de la Laguna Sausalito junto a su novia.
En los momentos que buscaban un poco intimidad, fueron abordados por dos individuos. El médico fue sacado del automóvil Renault en que iba la pareja y ultimado de dos disparos en el tórax, mientras que su acompañante fue violentada sexualmente por los individuos.
El 28 de febrero de 1981, Fernando Lagunas y Delia González fueron las siguientes victimas. Sorprendidos en el estero Marga-Marga, recibieron seis disparos. El arma utilizada nuevamente fue un revolver calibre .38 y el lugar del crimen era apartado, oscuro, típico de parejas de enamorados, por lo que se empezó a sospechar que un psicópata andaba suelto.
Dos meses después, la historia vuelve a repetirse. Ahora el turno le corresponde al obrero Jorge Nicolás Inostroza, quien es abordado en Reñaca Alto, junto a Margarita Santibáñez. Los antisociales, que descienden de un taxi, ponen de rodillas al varón y lo ejecutan, mientras que su acompañante es vejada. Junto a este homicidio se descubre el cuerpo del taxista Luis Morales, quien fue encontrado en un basural en el camino de Santa Inés.
La próxima víctima fue Oscar Noguera, empleado bancario, quien iba por el camino troncal en compañía de su amiga, Ana María Rivera y fueron interceptados por un taxi que los obligó a detenerse. Ambos pensaron que se trataba de policías que realizaban una inspección de rutina, pero los dos hombres encapuchados violaron a la mujer y mataron al hombre. El automóvil de alquiler pertenecía a Raúl Aedo León, quien fue hallado en la curva la herradura del Olivar, muerto por dos tiros en la espalda.
Los últimos en perecer a manos de estos asesinos fueron Jaime Ventura y Roxana Venegas, de 19 y 22 años, respectivamente, quienes se encontraban bajo el puente Capuchinos, cuando fueron ultimados.
Finalmente son detenidos
Las investigaciones policiales avanzaron sin que se supiese nada de los culpables. Se interrogaba a las mujeres que habían sobrevivido, además se recibían llamados de la comunidad que aportaba algunos datos, pero no había nada más, lo que provocó que fuesen erróneamente inculpadas varias personas, hasta que, finalmente, son detenidos los policías Carlos Alberto Topp Collins y Jorge José Sagredo Pizarro.
Luego de varios días de reclusión, Jorge Sagredo confiesa que él es el principal responsable de los crímenes, incluso dando descripciones sobre cómo ocurrieron los hechos. Mientras, Topp afirma que es inocente y que Sagredo encubre a alguien, además de afirmar que su familia está amenazada de muerte.
Luego del juicio, el fallo estableció distintos grados de culpabilidad de ambos policías en cada uno de los asesinatos. Junto a los crímenes se les sumaron varios delitos como robo y ofensas a la moral. Tras dos años de proceso, Sagredo y Topp son condenados a la pena de muerte.
El fusilamiento se materializa casi a las seis de la tarde del 29 de enero de 1985 en la cárcel de Quillota, cerca de Valparaíso. Armados con submetralletas Uzi de 9 milímetros cargadas con una sola bala, el batallón realiza la descarga y luego de seis interminables minutos, los médicos dan cuenta de las muertes, en lo que sería la última vez que se aplica la pena capital en Chile.
Terror en la ciudad
Tras el tercer asesinato cometido por “Los psicópatas de Viña” el terror se apoderó de la Ciudad Jardín. La vida nocturna se redujo casi en un 50 por ciento, los restaurantes cerraban más temprano, la gente se juntaba en grupos para devolverse a su casa y los parajes para enamorados estaban desolados. La frase del momento era: “Cuidado con el psicópata”
Edda Pujadas / Twitter: @epujadas