Frecuentemente oímos a las personas y en especial a los jóvenes, decir que quieren un cambio en sus vidas.
Pero ese deseo casi siempre está enfocado al aspecto económico, profesional, sentimental y hasta físico, dejando a un lado lo más importante: nuestra vida espiritual.
En el Salmo 89, en sus versículos 47 y 48, David pregunta a Dios: “Recuerda cuan efímera es mi vida. Al fin y al cabo, ¿para qué creaste a los mortales. ¿Quién hay que viva y no muera jamás, o que pueda escapar del poder del sepulcro?”
Jesucristo, durante sus tres años de ministerio, siempre predicó sobre lo efímero de la vida y lo inútil que resulta el enfocar nuestros esfuerzos en los bienes materiales, ya que nada nos llevaremos y tampoco sabemos, cuándo nos iremos de este mundo.
Esto no quiere decir que vivamos de una manera irresponsable, sin estudiar ni trabajar, sin tomar previsiones, sin cuidar nuestra salud ni nuestra apariencia, sin velar por nuestra familia, sin tener sueños y proyectos; simplemente Dios quiere que seamos equilibrados y le demos prioridad a lo espiritual y a nuestra relación con Él.
“Crea en mi, Oh Dios, un corazón limpio y renueva la firmeza de mi espíritu” dice David en el Salmo 51, versículo 10, y esa debe ser nuestra petición al Señor, para que nuestra vida espiritual crezca y se fortalezca y de esta forma, poder afrontar todas las circunstancias que diariamente se nos presentan y que impiden un verdadero cambio en nuestra vida.
El cristianismo no es una religión sino un estilo de vida con Jesucristo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
beaperiodista@hotmail.com wwwlapalabradedios.blogspot.com