Saben que en la misma base oficialista nadie los quiere y que la oposición, que resistió estoicamente los años en que el oficialismo tenía montañas de dinero y un liderazgo carismático que parecía imbatible, ahora tiene un apoyo popular que triplica al oficialismo en intención de voto
El sujeto que ocupa transitoriamente el Palacio de Miraflores (no te asustes, chico, deja el miedo: Allí todo ocupante es adjetivo y transitorio, pues lo único sustantivo y permanente es el pueblo, la Nación), por fin acertó en algo. Como decíamos allá en la Calle Colonial de Los Magallanes de Catia, donde viví parte de mi infancia, “por fin pegó una”. Dijo el pasado 13 de abril, en un acto como los que él acostumbra, con charreteras y sin pueblo, “cero sonrisitas”. Y por fin tiene razón en algo. Esta, la que el desgobierna, es la Venezuela de la indignación, no de la sonrisa.
Cuando enfrentarse a la policía era un suicidio
Se podía sonreír efectivamente en la Venezuela en que las policías estadales y municipales portaban armamento suficiente para enfrentar al hampa; aquella Venezuela en que “la Juda”(como llamaban los malvivientes de los años 60 y 70 a la Policía Técnica Judicial) inspiraba tanto respeto y miedo entre los malandros que su sólo nombre los hacia dispersarse. Aquella Venezuela en la que un criminal se cuidaba mucho de atentar contra un efectivo de la seguridad pública, porque hacerlo era prácticamente un suicidio. Aquella Venezuela en la que un hombre del pueblo deseaba ser policía porque, además de tratarse de un trabajo honesto, era además una protección para él mismo y su familia.
Hampa mata-policías
En cambio, esta Venezuela del chavo-diosdado-madurismo, esta Venezuela en que los policías intentan combatir con pistolitas a maleantes armados con fusiles de asalto y granadas fragmentarias, esta Venezuela en que el mismo gobierno que se niega a hablar con sindicatos, empresarios, ONG´s y partidos políticos sin embargo asume al hampa como un interlocutor válido y hace con las bandas de criminales “pactos de paz” en el marco de un llamado “Movimiento Por la Paz y Por la Vida”, en esta Venezuela, en fin, fueron asesinados nueve policías en los últimos siete días, para un total de 46 policías asesinados por el hampa solo en la Gran Caracas, en lo que va de año. La víctima mas reciente es Wilmer Alberto Araujo Díaz, de 27 años de edad, asesinado en la madrugada de este sábado 18 de abril de 26 disparos, efectivo de la Policía Municipal de Brión, Higuerote, una de las “zonas de paz” concertadas por el gobierno con las bandas criminales. Esta es la Venezuela “cero sonrisitas”…
De los anaqueles llenos a la escasez con captahuellas…
Ciertamente se podía sonreír en la Venezuela en que cualquier bodega, abasto, mercado o supermercado ofrecía al venezolano la posibilidad de comprar el producto que quisiera, en la variedad que escogiera, en la presentación que se le antojara y en la cantidad que necesitara: ¿Aceite? Había vegetal, de maíz, de soya, de girasol, nacional o importado, de la marca que fuera. ¿Leche? Líquida o en polvo, larga duración o normal, descremada o completa. ¿Papel higiénico? Nacional o importado, doble hoja o sencillo, con fragancias o sin ella. Por el contrario, esta Venezuela de las colas, la escasez, las “captahuellas” en los mercados y la compra de alimentos por número de cédula, la Venezuela en la que es ahora un lujo tomar café con leche porque escasea la leche y el café también, la Venezuela en la que no se consigue jabón ni para bañarse ni para lavar, esta Venezuela de mercado negro y economía roja, es definitivamente la Venezuela “cero sonrisitas”…
Del plan de becas Gran Mariscal de Ayacucho a la indigencia en el extranjero
Había motivos para sonreír en la Venezuela en que los jóvenes venezolanos, incluso los de extracción muy humilde, iban a estudiar en las universidades más importantes del mundo, con el apoyo del Estado Venezolano a través del plan de becas Gran Mariscal de Ayacucho. Esta Venezuela de hoy, en que los estudiantes venezolanos en el exterior se ven obligados a dormir en refugios, en iglesias, haciendo sólo una comida caliente al día, porque el Gobierno no sólo no los apoya sino que además impide -CENCOEX mediante- que sus propias familias los respalden, esta es la Venezuela “cero sonrisitas”…
“Se les acabó su cuarto de hora”
Tan es cierto que ésta es una Venezuela “cero sonrisitas” que hasta en los actos oficiales, hasta en las abusivas cadenas de radio y televisión impuestas por el gobierno, son cada vez mas evidentes los rostros sombríos de los burócratas, los cuida puestos, los testaferros, los comisionistas, los aduladores y los “cuánto-hay-pa-eso”. Ellos saben que “se les acabó su cuarto de hora”, saben que tienen el sol en la espalda y el viento en contra. Saben que en la misma base oficialista nadie los quiere y que la oposición, que resistió estoicamente los años en que el oficialismo tenía montañas de dinero y un liderazgo carismático que parecía imbatible, ahora tiene un apoyo popular que triplica al oficialismo en intención de voto.
Nadie quiere, por supuesto, volver al pasado, aunque ese pasado con sus errores haya sido mucho mejor que este presente con sus horrores. Lo que queremos todos los venezolanos es construir una Venezuela viable para todos, un país donde comprar la comida de los muchachos no sea un calvario, un país donde nadie mate a los policías y donde los policías efectivamente protejan a los ciudadanos, un país donde nuestros jóvenes no tengan que irse al exterior pero si deben salir a estudiar puedan contar con el respaldo del Estado y de sus familias.
El pueblo castigará con su voto
Durante mucho tiempo, nuestro pueblo le dio a los enchufados en el poder oportunidades que no merecían. Y esas oportunidades se las dio con sonrisitas, incluso con carcajadas. El discurso populista se disfrazaba de “simpático” para tomar medidas que al final fueron desastrosas: En medio de chistes, canciones y ocurrencias, desde el poder se estatizaron haciendas, fábricas, empresas y comercios, para convertirlos en chatarra, en terrenos improductivos. En medio de anécdotas y cuenticos se anunció como el dinero del petróleo venezolano se regalaba a los burócratas bolivianos, ecuatorianos, argentinos, nicaragüenses o cubanos; en medio de sonrisitas y aplausos el pueblo conoció los pésimos negocios hechos con Rusia, Turquía, Bielorrusia, Brasil o Irán. Pero la fiesta se acabó. El precio del petróleo bajó y nuestra Venezuela se quedó sin dinero, sin ahorros, con deudas, que se tradujeron en escasez, colas, falta de alimentos y medicinas. Y para colmo, en vez de tener en el poder al demagogo simpaticazo que nos metió en este drama, tenemos a un imitador lamentable, que cuando quiere ser cómico en realidad solo alcanza a “poner la cómica”.
A ese imitador lamentable, hoy le decimos: ¡Tienes razón, “cero sonrisitas” contigo! A ti lo que el pueblo venezolano te va a dar es oposición tenaz y voto castigo. Ninguna trampa tiene éxito cuando el voto es masivo. Y ya en el mundo nadie les cree, ni siquiera sus aliados de ayer, como Brasil, Uruguay o Chile. A los corruptos y violadores de derechos humanos, el país completo y el mundo entero les dice: “Cero sonrisitas”. Con voto y calle, con calle y voto este pueblo va a rescatar su derecho a la sonrisa, a la esperanza, a la vida en prosperidad y libertad. ¡Palante!
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Jesús Chúo Torrealba (*) | @chuotorrealba
* Secretario Ejecutivo de la Mesa de Unidad Democrática