Hay algunos voceros y simpatizantes del gobierno, que quieren hacer ver que los dólares les pertenecen y no es así. Las divisas nacionales son del Estado y no del gobierno o parcialidad política alguna. Los legítimos propietarios de las monedas extranjeras que ingresan al país, somos todos los venezolanos y no una pequeña “cúpula” enquistada en el poder. Es decir, tanto usted como yo o el vecino de la esquina, deberíamos poder cambiar nuestros bolívares por dólares, euros, yenes o la moneda que se nos antojara, solo con la limitación establecida por el capital del que dispongamos.
El gobierno venezolano estableció en el año 2003 el control de cambio vigente, una medida “temporal” para impedir la fuga de capitales. Trece años después, el control pareciera perpetuarse. Hay que analizar ciertos aspectos para determinar si el objetivo primario del gobierno se ha cumplido: entre 1950 y 1998 Venezuela registró una fuga de capitales contabilizada en 66.435 mil millones de dólares, según el Banco Mundial. Entre 1999 y 2002, en el gobierno de Hugo Chávez, sin control de cambio, se registró una fuga de capitales estimada en 28.600 millones de dólares. Entre 2003 y 2009, ya con control de cambio, salieron del país 78.241 millones de dólares. Desde allí hasta el 2015, según informaciones extraoficiales, este monto supera los 250 mil millones de dólares.
No pretendo enfrascarme en análisis macroeconómicos complicados, mi propósito, al aportar estas cifras, es que los lectores juzguen objetivamente, si a la luz de los resultados, se justifica la implementación de una medida tan perversa, como lo es el control de cambio. Si el objetivo planteado no se cumplió debemos concluir que esta medida, al igual que la de control de precios, no perseguía objetivos económicos sino políticos. A través de estos nefastos mecanismos se le mantiene el cuello apretado a los empresarios, a las familias que tienen sus hijos estudiando en el exterior y a todo ciudadano que requiera viajar.
En todos los países del mundo, con excepción de Venezuela, usted puede recurrir a los operadores cambiarios para solicitar que le conviertan su dinero en la divisa de su preferencia. Aquí los funcionarios especulan con las necesidades del pueblo, se sienten dueños y señores de las reservas del BCV y dicen socarronamente ¡no les vamos a dar dólares! ¿Se trata de una dádiva? No es así, los que requerimos dólares no estamos pidiendo limosna. Los gobernantes como servidores públicos tienen la obligación de satisfacer nuestra demanda y no acaparar las divisas para el disfrute de sus conmilitones.
Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente
Noel Álvarez
Twitter: @alvareznv