Sonia Chocrón debuta como dramaturga con “Ni un pelo de tontas” en el Teatro Urban Cuplé, dirigida por Javier Vidal
En peluquerías y confesionarios, como también en las barras de los bares o en los saunas, no hay secretos posibles para ninguno de los cinco sentidos de los humanos. Ahí en esos espacios todo se revela o se conoce. Y una prueba de ello es la comedia “Ni un pelo de tontas”, de Sonia Chocrón, la cual transcurre precisamente en un salón de belleza, bajo la profesional égida de Javier Vidal y con las pulcras actuaciones de Marycarmen Sobrino, Michelle Taurel y Robert Chacón, que exhibe actualmente el Teatro Urban Cuplé del CCT, una grata pieza en tiempo real donde sus tres personajes harán pensar y repensar al público en lo que son cómo individualidades y también cómo colectivo y lo más recomendable para hacer en circunstancias similares. ¡Hasta moraleja tiene, sin proponérselo la autora y los equipos artístico y técnico y la correcta producción ejecutiva a cargo de Alejandra Nali.
Ópera prima de Sonia Chocrón
“Ni un pelo de tontas”, el primer texto teatral que se le conoce a la aprestigiada escritora Sonia Chocrón, fue pergeñado hace diez años para la actriz Lourdes Varela y es ahora que se le da vida en escena por la complicidad de ese trío de histriones y la paciencia y sapiencia del director. Es una comedia de situaciones nacida del periplo existencial de dos mujeres y un hombre atrapados en un salón de belleza, quienes por la agudeza del texto lo convierten en un inmenso espejo cóncavo que alude a un país donde la violencia y la inseguridad son una constante y donde la justicia y las fuerzas policiales son impotentes para controlar una ebullición social donde pululan los desatinos y solo el absurdo teatral tiene respuestas o soluciones.
La solidaridad que se transforma en una ejemplar fraternidad es el tema de esta oportuna comedia y su premisa permite evaluar como tres seres humanos disímiles se despojan de sus traumas, expulsan sus frustraciones y se unen para salir ilesos de una situación que podría costarles la vida o convertirlos en cifras rojas de las tragedias “naturales” de los fines de semana en una gran ciudad, que bien podría ser Caracas.
Amante, esposa y malandro
Sonia Chocrón, poeta, novelista y guionista de cine y telenovelas, se inventa a la estilista Margot, joven peluquera voluptuosa y enamoradiza de hombres casados, quien atiende a su clienta, doña Leonor, durante la última hora del día en su salón de belleza para un corte y tinte de cabello, todo de urgencia; pero la situación se altera brutalmente para las dos mujeres porque un hombre (sin nombre, porque así lo quiso la autora), que es un atracador perseguido por la policía, irrumpe en ese espacio femenino y cerrado de la peluquería y convierte la noche en una tensa situación de rehenes imprevista y rocambolesca que los hace confrontar -a los tres- sus secretos, sus verdades y miserias y hasta reflexionar sobre el país donde conviven. Margot es la amante del esposo de Doña Leonor y el atracador, hijo de la peluquera de una barriada, resulta que no es tan duro como aparenta, confiesa su bisexualidad y trata hasta de justificar sus actividades malandras, entre otras cosas.
Mientras tanto: las autoridades policiales amenazan ingresar a la peluquería y las mujeres comienzan a mediar para impedir un torpe derramamiento de sangre. Todo eso permite que cada uno de los personajes cuente sus cuitas y al final cuando esperan que su destino sea morir, se dan cuenta que los dejaron solos, que los policías se aburrieron o les dio miedo el desenlace, y sí continuarán viviendo pero ahora de manera más solidaria y más humana. Un final abierto, un tanto del teatro del absurdo y hasta inverosímil para la realidad que siempre ha sido más sangrienta.
Espectáculo breve
Gracias al profesionalismo de los actores involucrados y a la precisión del director Vidal, el espectáculo resulta placentero y breve, no supera los 70 minutos. Las actuaciones jugadas en la cuerda floja de la comedia convencen, especialmente Mary Carmen Sobrino, así como el trabajo desenfadado y con mucha fuerza, pero no desprovista de gracia, que plasma Robert Chacón, como malandro exquisito; mientra que Michelle Taurel se luce por su personaje un tanto inocentón y con toques de perversa cuaima. Grata sorpresa da este trío.
Viene otra obra
Para ser su primera pieza, Sonia Chocrón demuestra un sólido manejo de la estructura teatral, así como un delicado equilibrio con los textos de los tres personajes. Creemos que tiene buen teatro para escribir y hacer conocer, especialmente por su delicadeza para la construcción de sus historias. Ella ha declarado que es una intrusa “debido a mi absoluta irresponsabilidad. Aunque si soy sincera, no siento que estoy metida de lleno en el teatro, más bien asomada. Por ahora mí única experiencia teatral previa es como espectadora. Y también como lectora. Hubo una época en mi vida en que leí mucho teatro. La inmediatez del teatro me ha seducido siempre. Escribí una comedia porque se me solicitó que así lo fuera. En cuanto al set, una peluquería, diré que se me impuso como si fuera el recodo más familiar de cualquier confesionario. Ese lugar en donde ocurren infidencias, confidencias, coincidencias. Ese espacio que por cierto se multiplica en todas partes para que nosotras, las mujeres, pensemos que la belleza está al alcance, y que un estilista es casi Dios. Por ahora no escribo otra pieza, porque debo tener lista una novela que complete la trilogía de historias negras que inicié con “Sábanas negras” y con “La dama oscura”. Pero sorprendentemente para mí, ya tengo una imagen en mi cabeza que es la primera escena de una futura obra de teatro. Y su trama armada en un resquicio de mi imaginación. Lo que falta nada más es escribirla”
EL ESPECTADOR
E.A. Moreno-Uribe
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