Lo más grave, a estas alturas del juego, es que no se observa, ni por asomo, un atisbo de mejoramiento en su práctica gobernante, que ya acumula 14 años, 8 como alcalde y 6 como gobernador
Al parecer hay una evidente correspondencia entre el progresivo deterioro físico y político de Capriles Radonski y la lamentable y triste gestión que viene desarrollando, en su segundo período, como gobernador del estado Miranda.
Sin testimonio trascendente
En diversos artículos, en este mismo medio, hemos venido sosteniendo que la trayectoria caprilista al frente del poder ejecutivo, anteriormente, como alcalde del Municipio Baruta y, ahora, como gobernador de la entidad mirandina deja mucho que desear; en ambos casos no hay una obra que mostrar, ni un resultado palpable que pueda quedar como testimonio trascendente de una administración que, al menos, medianamente, intentó cumplir con las aspiraciones de las comunidades que lo eligieron para tan importante función.
Lamentablemente, el balance es, por demás, penoso, hecho que, aclaramos, para nada nos alegra porque quien ha padecido y sufre los efectos de la ineficiencia e ineptitud de su pésima administración es el pueblo, principalmente, los trabajadores, los más pobres, que esperan de los gobernantes respuestas efectivas a sus dificultades y calamidades, así como capacidad prospectiva para adelantarse a situaciones prevenibles en el tiempo. Pero, la realidad es que el caballero Capriles no ha estado a la altura de los retos que ha tenido que enfrentar como gobernante y, menos aún, para proyectar planteos y soluciones que tengan que ver con los escenarios posibles del tiempo por venir.
Pero, sin dudas, lo más grave, a estas alturas del juego, es que no se observa, ni por asomo, un atisbo de mejoramiento en su práctica gobernante, que ya acumula 14 años, 8 como alcalde y 6 como gobernador. Y nada que aprende este representante político de la burguesía local emergente, prefiere hacerse pertinaz en sus mañas demagógicas y mediáticas antes que ceder un ápice en el desinterés por atender realmente los problemas de los ciudadanos.
Persistente ambición
Ahora, cuando ya va, casi, por la mitad de su segundo período como gobernador persiste en desatender los problemas de los mirandinos y mirandinas que, constitucionalmente, debería ser su prioridad; más bien, opta por intentar satisfacer su persistente ambición presidencialista, sin percibir que cada día se le pone más cuesta arriba su materialización, por cualquiera de las vías que ha experimentado, bien sea la electoral como la golpista.
Hace poco más de dos meses presentó ante el CLEBM su informe de gestión del año 2014, en el marco de un discurso, absolutamente, impreciso, haciendo mención de una serie de cifras totalmente deshilvanadas sin vinculación alguna con un coherente plan o proyecto de gobierno, denotando con ello la constante improvisación que lo ha caracterizado.
Realidad abrumadora
Cuando hablamos del desmoronamiento del gobierno de Capriles, no lo hacemos de manera gratuita, sino que nos basamos en datos concretos de la realidad; de una realidad abrumadora que habla por sí sola, por ejemplo, en materia de seguridad ya apuntábamos, en artículos recientes, el bajo rendimiento que tiene el ejecutivo regional en el combate al delito, la poca disposición que ha demostrado en articularse con los planes nacionales de combate al crimen, la baja inversión en equipamiento de apresto policial y en el incremento de nuevos funcionarios policiales; situación esta que acaba de corroborar la autorizada voz del Ministro del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, General Gustavo González López, quien en rueda de prensa a comienzos de semana señaló que “en los municipios del estado Miranda, entidad gobernada por Henrique Capriles, se registran los índices delictivos más altos del país” y, sin embargo, el ejecutivo regional no da muestra de colaboración para sumarse a los esfuerzos por abatir la criminalidad; pero si apela al más crudo cinismo para salir a criticar al gobierno nacional por la inseguridad existente en el país, cuando él, como dice nuestro pueblo ”ni lava ni presta la batea”.
Esta conducta “ausentista” de Capriles frente a los problemas de los mirandinos, razón por la cual se ha ganado el cognomento de “gobernador ausente”, también se hace notoria en otros aspectos importantes de la vida social de los mirandinos, como es el caso de la materia educativa en la que pretende mostrarse como preocupado por la educación en la entidad pero la realidad incontrovertible es que la infraestructura escolar que le compete a la gobernación está en muy malas condiciones y tiene embarcados a los educadores con el impago de las deudas que les viene arrastrando desde hace varios años.
Así mismo acontece con el seguro HCM de los trabajadores de la gobernación, cuyas organizaciones sindicales (7 en total) se han visto en la forzosa situación de solicitar apoyo al CLEBM para despejar la enojosa situación que se ha presentado con la empresa Seguros Altamira que no responde con la debida cobertura.
Los bomberos también se quejan de desatención, igual que los deportistas y los cultores populares… se desmorona su desgobierno pero mientras tanto Capriles continúa obsesionado con sentarse en la silla presidencial.
Deterioro político y físico
Tratando, además, de no percatarse de un hecho que es cada día más público y notorio como lo es su deterioro no tan sólo político sino físico. En cuanto a lo político, hay una muestra muy elocuente con la visita que recientemente realizara al país el virtual nuevo embajador gringo en Venezuela, Thomas Shannon, quien le solicitó la venia al Presidente Maduro para reunirse con algunos voceros de la oposición, reunión a la que no fue invitado el devaluado Capriles; y en cuanto a su ostensible deterioro físico bastan 2 muestras significativas: por un lado, el desmayo que sufrió, que no por cansancio, cuando era entrevistado, recientemente, por una televisora española y, por otro lado, la imagen de “mamón chupao” que últimamente exhibe y que no la brinca un “venao”.
Notas paralelas / Miguel Ugas