Al mejor estilo del castrismo en Cuba, no tenemos comida, medicamentos, y tampoco un Jefe de Estado que vele por el bienestar de su gente, porque está más interesado en llenarse los bolsillos y en acorralar a quienes lo adversan, que en tomar decisiones trascendentales que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos
Cada día son más los obstáculos que tenemos que sortear los venezolanos para sobrevivir en la República Bolivariana de Nicolás Maduro. Una Venezuela muy distinta a la que conocemos y a la que somos; donde asfixiar a quienes pensamos distinto pareciera haberse convertido en política de Estado de un gobierno que se hace llamar socialista y revolucionario, y que en nombre del odio está destruyendo en cámara lenta a nuestro país.
Lo vivimos cuando vamos al supermercado, cuando intentamos infructuosamente planificar un viaje al exterior, y ahora también tendremos que sufrirlo para adquirir medicamentos, gracias a la creación de un nuevo régimen de fiscalización bautizado como “Sistema Integrado de Acceso a Medicamentos”.
Una real violación a nuestro derecho a la vida y a la salud. A nuestra libertad de escoger qué medicamentos y cuántos compramos según nuestras necesidades. Un castigo sin justificación. La legalización de la pena de muerte en Venezuela.
El régimen dice que este nuevo control permitirá una distribución equitativa de las medicinas, pero ¿cuáles?, si cerca del 70% de los fármacos especializados no se consiguen, y 90% de los esenciales como antibióticos, analgésicos, antiepilépticos y pastillas anticonceptivas tampoco existen. ¡Cuánto descaro señor Maduro, y cuanta insensibilidad!
Muchos pacientes con cáncer, enfermedades renales, cardíacas, entre otras, han perdido la vida porque no consiguen su tratamiento, ¿y la solución es controlar su venta, en vez de asignar las divisas para que se puedan reponer los inventarios? ¿De verdad esa es la política más eficaz para garantizar vida y salud a un pueblo? ¿O es parte de su venganza contra la disidencia, presidente Maduro?
Mientras este gobierno insiste en hablar de “guerra económica” para justificar su incompetencia y tantas cosas más, los venezolanos sufrimos en carne viva los macabros efectos de una verdadera economía de guerra. Al mejor estilo del castrismo en Cuba, no tenemos comida, medicamentos, y tampoco un Jefe de Estado que vele por el bienestar de su gente, porque está más interesado en llenarse los bolsillos y en acorralar a quienes lo adversan, que en tomar decisiones trascendentales que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos.
Y créame señor Maduro, no es tan complicado. Solo tiene que trazarse un objetivo: Venezuela.
Sigamos luchando mi gente. En nuestras manos está rescatar a nuestro país de la desidia y el desamor del llamado heredero. Unidos vamos lograrlo.
Jorge Barroso