El Bayern Munich ganó 3-2 en el partido de vuelta, pero al Barcelona le bastó el 3-0 a su favor en la ida para meterse en la final de la Champions League
El FC Barcelona jugará su cuarta final de Champions en los últimos diez años después de congelar el infierno de Múnich en una primorosa primera mitad en la que entre Ter Stegen y el tridente mágico formado por Messi, Suárez y Neymar convirtieron la misión imposible del Bayern en eso: una misión irrealizable.
Vestido de amarillo, el equipo catalán sigue sin ganarle al Bayern en Múnich, pero nunca más que este martes esa victoria se contemplaba secundaria en el objetivo definitivo de alcanzar la final de Berlín. Y si en la ida disputada en el Camp Nou dio un paso de gigante, en la vuelta lo certificó con una prestancia que no dejó lugar a la duda en la primera mitad, por mucho que en la segunda el Bayern le demostró al mundo entero qué es caer sin entregar nunca el orgullo.
Avisó en la previa Pep Guardiola que el Barça se había convertido en el mejor equipo del mundo al contragolpe y se encargó la ‘MSN’ de darle toda la razón. Los dos goles que anotó Neymar en los minutos 15 y 29 nacieron de contrataques letales, comenzados en Leo, asistidos por Suárez y sentenciados por un Neymar que ya se convirtió en el tercer mejor realizador brasileño de la historia en una temporada con el Barça, superando con sus 37 goles a Rivaldo y quedando solo por detrás de aquellos monstruos llamados Ronaldo (47) y Romario (44).
Un dato más que explica la razón por la cual el equipo de Luis Enrique cabalga hacia la gloria en este fin de curso excepcional. En Europa perdió el segundo partido del curso (3-1 en París) y a partir de ahí se acostumbró a ganar, solventando con una contundencia fuera de norma tanto los octavos ante el Manchester City como los cuartos frente al PSG, para vengar en las semifinales la afrenta de hace dos años ante un Bayern que nunca tuvo este martes opción a aspirar al milagro.
En realidad el equipo de Guardiola soñó con conseguirlo un cuarto de hora. El primero del partido. Después de un rechace de Neuer al disparo cruzado de Rakitic, a la salida de un corner se despistó de mala manera la zaga catalana para permitir el remate franco de Benatia. Se cumplían siete minutos y se ‘incendió’ el Allianz Arena con su equipo… Pero no contaban los alemanes con que a Messi le bastaría con un toque de genio para enfriar los ánimos.
Leo vio la escapada de Suárez, le regaló el balón y el uruguayo, enorme, se lo regaló a la entrada supersónica de Neymar. Una contra de manual, excepcional y mortal, que igualó el partido y poco menos que mató la eliminatoria al cuarto de hora, para dejarla sentenciada al cabo de 14 minutos, cuando el argentino peinó un balón con destreza para que otra vez Suárez le regalase el 1-2 a Ney. Eliminatoria finiquitada en apenas media hora.
A partir de ahí fútbol y del bueno. El Barça puso el toque y el Bayern el orgullo. Un orgullo que evitó que el equipo de Luis Enrique enlazara su décima victoria consecutiva en el torneo para igualar la marca que el equipo bávaro, a las órdenes de Heynckes, consiguió hace dos temporadas y que le mantienen en lo alto junto al Real Madrid. Pero eso era una cuestión secundaria en la noche bávara.
Los de Guardiola demostraron que Alemania, el fútbol alemán, tiene un plus en su adn que le hace especial. Se puede perder, pero nunca se bajan los brazos. Goleando o siendo goleado (como ocurrió hace un año ante el Real Madrid) el Bayern se deja hasta la última gota de sudor en el terreno de juego. Y se lo demostró a un Barça que en la segunda mitad rebajó el nivel de su propia exigencia.
Sin Suárez en el campo, aquejado de una pequeña sobrecarga muscular, Lewandowski y Müller le dieron la vuelta al marcador para obsequiar a su hinchada con una victoria de prestigio ante el que ha demostrado, hasta hoy, ser el mejor equipo de la competición. Ter Stegen, mayúsculo en la primera mitad con hasta tres intervenciones geniales, no pudo redondear su actuación en una segunda en la que sus compañeros no le acompañaron como se esperaba… Pero todo ello quedó en un segundo plano ante la consecución del objetivo máximo.
El Barça, al cabo de cuatro temporadas, volverá a disputar la final de la Champions. Diez victorias en doce partidos, con 28 goles anotados (25 entre Messi, Neymar y Suárez) son el mayor de los argumentos sobre los que se sustenta el éxito de este equipo vertiginoso de Luis Enrique y que cerró en el Allianz, con mucha más solvencia de lo que pudiera mostrar el marcador final, su camino hacia Berlín.
Todo o nada
El Real Madrid, vigente campeón de Europa, tendrá que remontar el miércoles en el encuentro de vuelta de la semifinal de la Liga de Campeones el resultado adverso de la ida (2-1) ante la Juventus en Turín, que quiere volver a una final continental doce años después.
En el estadio Santiago Bernabéu, los madridistas se jugarán el todo por el todo ante la ‘Vecchia Signora’, después de haber dicho prácticamente adiós a las posibilidades de ganar la liga el pasado fin de semana.
El conjunto blanco, el más laureado de la historia en esta competición continental (10 títulos), no tiene elección: para salvar este final de temporada debe clasificarse para la final y convertirse en el primer equipo en 25 años en ganar la Liga de Campeones dos temporadas consecutivas.
La derrota en Turin el pasado martes y el empate ante el Valencia el sábado en Liga (2-2) sacaron a la luz las debilidades defensivas del Real Madrid. Pero, desde Madrid recuerdan el similar final de temporada-2014 cuando el equipo de Carlo Ancelotti renunció a la Liga con un empate en casa ante el Valencia (2-2), antes de batir al Atlético en la final de la Champions (4-1 tras prórroga).
Del lado madridista, se espera encender la grada del Santiago Bernabéu con el espíritu de las grandes remontadas y pasar a la final de Berlín el 6 de junio.
Jordi Blanco
espndeportes.com