“Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros”. (Isaías 66:13)
En este día doy gracias a Dios por la mujer que me dio la vida y porque aun disfruto su compañía. Felicitaciones por las que se estrenan como madres del mundo. Un luto por los que la han perdido. Y un gran abrazo de solidaridad y mucha pena y pesar a esas madres que están vivas pero sufriendo injusticias por sus hijos. Este sin temor a equivocarme puede ser el día de las madres más triste para mi país. Han pasado tantas cosas que lo más que quiero es derramar una lágrima por esas madres que ahora están haciendo cola para ingresar a un penal con todas las humillaciones e impotencia que da lugar para abrazar un hijo preso. Las que hacen cola en un hospital, niño en brazos rogando por su salud para ser atendido. Las que reciben un hijo ahora en una morgue, y por las que sumergidas en el más profundo dolor contemplan con total desconsuelo los restos de un hijo en un cementerio.
Y tu hijo: No te olvides nunca de la mujer que te dio la vida y envejeció luchando para darte lo mejor. Si no vives con ella, llámala, si puedes visitarla, ve a verla, Si puedes ayudarla no postergues el tiempo para hacerlo.
Queridas madres, de la espina que las hirió, nacerá una nueva rosa; y esta es la que vengo a ofrecerles en su día.
Vinicio Guerrero Méndez