Un gran peligro para los Partidos de la Revolución, si quisieran seguir manejando una fraseología socialista que aparecería como impostura
Vale la pena de los altos dirigentes de los partidos de la revolución bolivariana se paseen por las líneas de las viejas entrevistas publicadas por Agustín Blanco Muñoz en aquel texto de 1981: “La Izquierda Revolucionaria Insurge”, en el caso particular, revisitar a fondo aquel fragmento de la entrevista realizado a la figura de Jorge Dager. ¿Cuál es su pertinencia hoy para la revolución bolivariana? Leamos con atención.
En el sub-título de una de las partes de la entrevista, ABM escribe: “En Acción Democrática prevalece la ideología e intereses de la burguesía”. Luego realiza la siguiente pregunta:
“Otra cosa, ¿cómo podría explicar el proceso de Acción Democrática para convertirse a la larga, de partido popular, digámoslo así, en partido al servicio de la burguesía? ¿Qué ocurre en AD para que este fenómeno se produzca?”
Allí contesta Jorge Dager:
“El problema está en lo siguiente: las clases son decisivas dentro de los partidos políticos. Y los partidos dentro de la sociedad no son estamentos aislados sino que son cosas diferentes que pertenecen a un mismo proceso. AD se definió como partido revolucionario en sus comienzos, pero como partido policlasista.
El policlasismo significa que hay varias clases dentro del partido. Pero, como en toda sociedad, también dentro de los partidos se produce una lucha por la hegemonía entre las distintas clases que lo integran.
AD al comienzo está integrada por campesinos, proletarios, clase media y un sector representante de la burguesía. Es decir, dentro de AD estaban tanto las ideas del proletariado como las de la burguesía.
Y se entabla una lucha por la hegemonía del mismo. Una lucha que al final ganó la burguesía. Y el partido sigue siendo policlasista, pero dominado por las ideas de la burguesía. Porque la lucha interna la ganó la burguesía y dominó al partido.
¿Esto qué quiere decir? ¿Qué se acabaron los proletarios en AD? No. Siguen. ¿O los campesinos? No, siguen también. Pero ellos están incurriendo en una desviación que en sociología política se conoce con el nombre de “fenómeno de la representatividad”, o sea, es la situación en que las masas, en que los explotados, sin darse cuenta, siguen las ideas de los explotadores. Y creen en sus ideas.
Es decir, en AD, se da este fenómeno: las clases explotadas militan junto con los explotadores y siguen sus ideas, sin darse cuenta que están combatiendo por las ideas que son contrarias a sus intereses.
Eso fue todo lo que ocurrió dentro de AD. Dentro de partido policlasista se entabló una lucha entre diferentes clases sociales de la sociedad venezolana, y la gano la clase burguesa. Y en ese momento la dirección de AD, y su política, en lugar de ser una política para el proletariado y por el socialismo, se convierte en una política para la burguesía y por la democracia burguesa”.
Hasta allí, el fragmento de la entrevista a Jorge Dager. ¿Interesante, no? Destaquemos algunos puntos.
AD surge como un partido revolucionario policlasista. Es decir, las fuerzas motrices del proceso nacional-democrático eran las clases populares en conjunción con los sectores medios y aquellas fracciones progresistas y nacionalistas de la burguesía, que estaban dispuestas a combatir tanto al imperialismo como al gomecismo.
La disputa por la hegemonía transcurrió en la definición de sus fuerzas dirigentes; es decir, cuáles sectores, grupos y clases iban a conducir la organización partidista, perfilando el contenido de sus intereses, sus ideas y proyectos. El proyecto del PDN surgió como la posibilidad de un proceso de modernización con justicia social.
La disputa de la hegemonía interna del partido fue decantando el contenido de la supremacía de los intereses, ideas e proyectos de sectores de la burguesía, bajo la forma/apariencia del nacionalismo-democrático de fraseología popular. Desde la crisis del gobierno de Pérez Jiménez hasta llegar al 23 de enero de 1958, aparecieron con claridad las disputas sobre el rumbo de la hegemonía interna en AD.
Este proceso implicó desarticular la trama de los discursos y prácticas popular-revolucionarias, para ir conformando una práctica, liderazgo y política de claro contenido reformista, e incluso en algunas etapas, de claro corte reaccionario (ideas anti-comunistas, pronorteamericanas, inhibición-represión de radicalizaciones políticas en sectores obreros, campesinos, obreros e intelectuales).
De allí la significación histórica del liderazgo intelectual, moral y político en AD, así como la desarticulación de cualquier forma de liderazgo revolucionario, ideas, intereses y proyectos, que disputaran la hegemonía del primer sector.
Como dijo Dager: “Dentro de partido policlasista, se entabló una lucha entre diferentes clases sociales de la sociedad venezolana, y la ganó la clase burguesa”.
¿Qué ocurrirá en los partidos de la revolución bolivariana? ¿Cuál es el contenido de clase de sus ideas, intereses, políticas, proyectos y liderazgos? ¿A qué sectores, grupos y clases representan? ¿Construyen conciencia revolucionaria o funcionan como bisagra que mediatiza los intereses e ideas de determinadas fracciones capitalistas de los sectores dominantes? ¿Se trata acaso de organizaciones que hicieron posible la movilidad vertical ascendente de sectores medios empobrecidos, de una pequeña y mediana burguesía segregada por el esquema neoliberal anterior, se crearon nuevas capas y fracciones de intereses capitalistas y burgueses, producto de formas de acceso estatales a la renta petrolera o de rearticulación de intereses con tradicionales sectores financieros, rentistas urbanos y comercial importadores?
Concluimos con una pregunta que el entrevistado planteó como respuesta a la situación de la trayectoria histórica de AD:
¿En lugar de ser una política para el proletariado y por el socialismo, se convierte en una política para la burguesía y por la democracia burguesa?
Un gran peligro para los Partidos de la Revolución, si quisieran seguir manejando una fraseología socialista que aparecería como impostura.
Ciertamente, la crisis de dirección ideológica y política de la revolución bolivariana luego de la partida física de Chávez, parecen reciclar las opciones estratégicas del 23 de enero de 1958.
¿Conciliaciones, restauraciones, radicalizaciones, reinvenciones, descomposiciones?
Cada quién podría hacer un profundo análisis y sacar sus propias conclusiones.