Venezuela ha acusado al organismo en varias ocasiones de estar al servicio de los intereses estadounidenses
Venezuela ha marcado la agenda del organismo desde los enfrentamientos dialécticos entre el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013) y el colombiano Álvaro Uribe (2002-2010), o las recurrentes acusaciones por parte del primero de injerencismo estadounidense en Venezuela.
Frente al paso marcado desde Caracas por Chávez, el secretario general saliente, José Miguel Insulza, respondió la mayoría de veces durante su década al frente del organismo con llamados al diálogo o con declaraciones pocas veces del gusto del país bolivariano.
Venezuela ha acusado al organismo en varias ocasiones de estar al servicio de los intereses estadounidenses por, entre otros motivos, tener su sede en Washington, uno de los argumentos contra los que se han topado los diversos llamados al diálogo desde la OEA durante la época de Insulza.
Además el país caribeño ha impulsado en los últimos años otros organismos de integración regional como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) o la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (Alba), foros que comulgan más con las ideas del actual Gobierno.
La propuesta de que una delegación de la OEA viajase a Venezuela para constatar directamente las quejas opositoras o de parte de la ciudadanía fueron rechazadas por el Ejecutivo y calificadas de injerencistas.
Uno de los momentos de mayor tensión tuvo lugar en marzo del año pasado cuando Panamá, a raíz de las protestas de febrero en Venezuela, solicitó a la OEA una reunión para abordar la situación, petición que llevó a Caracas a romper relaciones con el país del istmo.
Uno de los puntos más conflictivos de las conversaciones fue el de los opositores presos, como el líder de Voluntad Popular (VP), Leopoldo López, y a quien en las últimas fechas se sumó el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma.
López está encarcelado por supuestos delitos relacionados con las protestas de febrero de 2014 y Ledezma por formar parte de un supuesto plan golpista.
Las recientes reuniones de opositores y las esposas de López y Ledezma con Insulza y una serie de políticos que no simpatizan con el chavismo, no han sido vistas con buenos ojos por Caracas.
La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, depositó aquel día la confianza de Caracas en la futura labor de Almagro.
Vía EFE