Son mujeres jóvenes, solteras, viudas, o con maridos ausentes. Con frecuencia, son forasteras, o acomodadas, que residen en casas amplias, de la nobleza, con mucho lujo, pero más que todo son mujeres guapas
No eran mujeres cualquieras. Durante siglos fueron quienes más influencia e independencia ostentaron. Sin ataduras sexuales, debido a su belleza y capacidad de seducción, conseguían riquezas y educación, y hasta mucho poder.
Asimismo, tenían habilidades y talentos que las distinguían del resto de sus congéneres. Se colaban entre las mujeres de noble virtud. Y quienes las solicitaban debían bien pagar por tan particular servicio, al que cualquiera no accedía, comerciantes, aristócratas y hombres de dinero eran quienes tenían ese privilegio.
A lo anterior se suma que por esconder lo que en verdad eran, muchos trataban de ponerlas al descubierto.
A pesar de lo anterior, no pueden simplemente calificarse de prostitutas, al menos que sea porque, por sus cálidos favores, el dinero estuviera presente, una vez que el cortejo definiera la clase de relación.
1. Algunas fueron célebres
La palabra cortesana tiene su origen en cortesía, de corte, cortés se le llama al hombre, y cortesana a la mujer. Va mucho más allá de lo que aparece en el Drae: ramera de calidad, prostituta refinada.
Las cortesanas eran cultas y bellas. Algunas de ellas fueron ricas, famosas y gozaban de cierto estatus de celebridad. Estaban asociadas a aristócratas y a hombres ricos, ya que, por su inteligencia y atractivo, su destino era destacarse del resto de las féminas.
Asimismo, aunque eran mujeres que podían llegar a prestar servicios sexuales, no se limitaban a lo sexual. Se les pagaba sobre todo por el placer y el honor de su compañía. Su sola presencia le daba estatus al cliente.
Además de ser bellas, llegaron a desarrollar talentos y habilidades que las distinguieron del resto de las mujeres. Algunas fueron escritoras; otras, bailarinas, poetas o destacadas actrices.
Por lo anterior, contrastaban con las mujeres de la clase alta quienes hacían unos doscientos años no tenían acceso a la educación. A diferencia de aquellas, sabían bailar, tocar el piano y actuar. Las otras, si lograban estudiar, no podían ejercer su profesión. A esto se sumaba que ser culta en aquel momento era algo sospechoso.
De igual manera, las mujeres respetables, con título nobiliario, las envidiaban, e imitaban su forma de vestir. Por ello, la moda nació como una necesidad de las cortesanas, una vez que en el siglo XIX las mujeres no podían usar escotes, telas brillantes ni modelos llamativos.
Por consiguiente, las mujeres cortesanas dejaron huella en el mundo de la moda. Gracias a ellas surgieron los fundadores de casas de moda, como Madame Vionnet, Charles Worth y Paul Poiret.
Otra diferencia entre cortesanas, aristócratas y burguesas, es que de las primeras no se esperaba fidelidad. Mientras que las segundas y terceras, ya fueran novias o esposas, pertenecían a un solo hombre.
Finalmente, para estas mujeres, era importante ir al teatro, al igual que a las fiestas de la corte. Eran bien recibidas a lugares donde los hombres asistieran, ya fuesen intelectuales, artistas o aristócratas.
2. Perfil de una cortesana
Son mujeres jóvenes, solteras, viudas, o con maridos ausentes. Con frecuencia, son forasteras, o acomodadas, que residen en casas amplias, de la nobleza, con mucho lujo, pero más que todo son mujeres guapas.
Llevan cintas de colores en el cabello con un peinado complicado. Usan lujosos vestidos que dejan ver sus dones naturales. Pintura en las mejillas y en los labios. Cargan joyas. Y suelen usar capas para cubrir su rostro y solo mostrarlo a los afortunados, como también para dejarse confundir con las damas de rígida moral.
Tienen una agitada vida social y están bien relacionadas. Sin embargo, como una mujer decorosa se cuidan de aparecer constantemente. Se hacen acompañar de “dueñas”, mujeres de mayor edad, también por el asunto del decoro.
La virtud, la belleza y la inteligencia, incluyen el servicio a prestar y el tipo de clientela. Lo comercial subyace en este tipo de trato.
La cortesana no atrae directamente a los hombres, más bien se deja conquistar, mientras alborota el deseo del pretendiente. Y cuanto más esquiva, mayor es la posibilidad de cobrar más por su servicio. Por ello, el cortejo era el barómetro que definía la clase de relación.
En la Grecia antigua, la hetairas –palabra de origen griego que significa compañeras de los hombres- eran mujeres libres e independientes que ejercían la prostitución, y que tenían una esmerada educación que incluía talentos artísticos.
Aspacia, amante de Pericles, fue la más famosa, que logró introducirse en los más altos círculos intelectuales y políticos de la época.
3. En la actualidad
Las cortesanas tuvieron mucho más poder e independencia que cualquier otro grupo de mujeres, pero a costa de los hombres, cuando el resto de féminas estaban relegadas a un segundo plano: el destino de las mujeres era casarse y que sus esposos las mantuvieran encerradas en sus hogares, confinadas a las labores cotidianas, y a un universo reducido.
Estas damiselas liberales llegaron a ostentar el mismo poder que los hombres y, por sus cualidades, disfrutaron de libertad sexual, razón por la cual se les calificó de prostitutas. Sin embargo, fueron más bien mujeres que prefirieron decidir por ellas mismas aunque, a causa de eso, se dudara de su reputación.
Una vez que la mujer puede entrar a la universidad, se independiza y es capaz de decidir su propio destino, las cortesanas pierden su razón de ser.
Entre la libertad y el libertinaje
** Gracias a su belleza, capacidad de seducción e inteligencia, las cortesanas, que existieron hasta el siglo XIX, llegaron a tener más riqueza y poder que cualquier otro grupo femenino.
** Después cuando las mujeres pueden estudiar, elegir su propio destino y tener un papel semejante al hombre, estas féminas de espíritu liberal y/o comportamiento libertino comienzan a ser parte del pasado, de las cortes, del mundo masculino y de una sociedad machista, y hasta misógena
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas