Ahora, los hallazgos de un nuevo estudio sobre infidelidad probablemente den a estas proveedoras más motivos para preocuparse.
Es difícil saber precisamente cuánta gente es infiel en su matrimonio porque muchas personas podrían no reconocerlo en las encuestas; sin embargo, los investigadores calculan que entre el 20 y el 25% de los hombres casados y entre el 10 y el 15% de las mujeres casadas se han involucrado en una relación extramarital.
En este nuevo estudio, que se publicó en el número de junio de la revista American Sociological Review, se descubrió que los hombres que dependen económicamente al 100% de sus esposas están en mayor riesgo de ser infieles, tres veces más que las mujeres en la misma situación.
Por otro lado, en promedio, las mujeres que dependen económicamente de sus esposos tienen alrededor de un 5% de probabilidades de desviarse, mientras que hay alrededor de un 15% de probabilidades de que un hombre que depende económicamente de su esposa sea infiel, según el estudio.
«Creo que tiene que ver con nuestra noción cultural del significado de ser hombre y de las… expectativas sociales respecto a la masculinidad», dijo Christin Munsch, autora del estudio y profesora asistente de Sociología en la Universidad de Connecticut.
Depender económicamente de sus esposas podría amenazar su masculinidad, dijo Munsch, y tener un romance es una forma de reafirmar su masculinidad, aunque sea un acto subconsciente.
«Hay abundante literatura de calidad que muestra que cuando los hombres en particular perciben amenazas a su identidad de género, desarrollan conductas hipermasculinas», dijo.
«El sexo es una de las conductas más definidas por género. Uno piensa que los hombres… (tienen el) sexo en el cerebro. Pueden desarrollar conductas asociadas con la masculinidad».
El estudio se basó en datos de más de 2.750 personas casadas de entre 18 y 32 años que participaron en el Estudio Longitudinal Nacional de la Juventud de Estados Unidos entre 2001 y 2011.
Es interesante que las proveedoras cuyos esposos dependían económicamente de ellas al 100% sea el grupo que menos probabilidades tenía de ser infiel. En promedio, tienen alrededor del 1,5% de probabilidades de ser infieles en un año promedio, según el estudio.
Hay mucha información que indica que estas mujeres saben que están rompiendo las normas sociales, a veces se sienten culpables y hacen lo que pueden para apuntalar la masculinidad de sus esposos: hacen más tareas del hogar aunque sean las que trabajan de tiempo completo, dijo Munsch.
«Él podría sentirse amenazado porque yo soy la proveedora, así que ciertamente no haré que limpie el baño también», dijo, exteriorizando el posible proceso de pensamiento de una proveedora.
Van a hacer lo posible por mantener intacta una relación posiblemente afectada y no serían infieles porque eso amenazaría la relación, agregó.
Sin embargo, hay otra razón por la que las proveedoras tienen menos probabilidades de ser infieles y se reduce a simple logística. «De cierta forma no tienen tiempo para ser infieles. Están verdaderamente ocupadas», dijo Munsch.
Si trabajas tiempo completo y luego haces labores del hogar para que tu esposo amo de casa no se sienta amenazado, ¿a qué hora podrías tener un romance?
El tiempo y la oportunidad no parecen ser problema para los hombres que son el principal proveedor de su familia.
Los hombres cuyas esposas dependen económicamente de ellos al 100% tienen alrededor del 4% de probabilidades de ser infieles: es mayor que el riesgo de que una mujer proveedora sea infiel, pero drásticamente menor que la probabilidad del 15% de que lo sea un hombre que depende económicamente al 100% de su esposa, dijo Munsch.
A menudo nos enteramos de la infidelidad de alguna celebridad, político o estrella del deporte, que a menudo tienen esposas que dependen económicamente de ellos, pero no nos enteramos cuando los esposos de las proveedoras hacen lo mismo.
«Ni siquiera se lee algo sobre los hombres dependientes económicos porque… probablemente no sean famosos».
Según un informe que dio a conocer en 2013 el Pew Research Center, en cuatro de cada diez hogares en los que hay niños, las mujeres son la única proveedora o la principal.
Mientras más y más mujeres se vuelven la única o principal proveedora y más hombres dependen económicamente de sus esposas, ¿los hombres —y las mujeres también— se sentirán más cómodos con esa función?
A juzgar por las investigaciones más recientes de Munsch, no. Ella ha entrevistado a varones estudiantes de una universidad indeterminada (en la que hay más mujeres que hombres en los grupos y obtienen mejores calificaciones) sobre sus expectativas respecto a ser proveedores.
Cuando les pregunta sobre sus familias futuras, esperan ser los proveedores principales, explicó.
Claro que sus esposas podrían trabajar, pero ellos creen que su ingreso será complementario y que ellos serán quienes aporten la mayor parte.
«Para mí, es impactante que en 2015, en vista de que hay tantas mujeres increíblemente exitosas… que estos jóvenes que han crecido en esta era ‘posfeminista’ sigan creyendo que es importante ser el proveedor, creo que realmente dice lo fuerte que es esta norma».
Además, mientras los hombres sigan sintiendo que son quienes deberían proveer para la familia, tal vez sigamos viendo que, de entre todos los grupos, los esposos de las proveedoras son quienes están en más riesgo de ser infieles.