El presidente ruso Vladimir Putin se reunirá el miércoles en el Vaticano con el papa Francisco, para hablar de los conflictos en Ucrania y Siria y tratar de salir de su aislamiento internacional.
Defensor de un modelo alternativo al occidental, basado en gran medida en valores conservadores, el mandatario ruso espera encontrar un apoyo en el pontífice argentino.
“Putin quiere salir de su estatus de paria, y espera que funcione con el papa”, con el que se reunirá por segunda vez, explica Boris Falikov, del centro de estudio de las religiones de la Universidad de Ciencias Humanas de Moscú.
“Sin embargo, añade, el cálculo de Putin está equivocado, porque (desde su último encuentro bilateral en 2013) ha habido la anexión de Crimea y la invasión del este de Ucrania”.
En Ucrania, los rebeldes separatistas prorrusos son en su mayoría ortodoxos obedientes al patriarcado de Moscú. Por su lado, las fuerzas leales a Kiev tienen entre sus filas a ortodoxos y a fieles greco-católicos bajo la autoridad de Roma.
El 25 de noviembre de 2013, el jefe de Estado ruso, que presume de ser un ferviente ortodoxo, fue recibido una primera vez por el papa Francisco. Desde entonces, la guerra civil siria se ha vuelto incontrolable, y el conflicto ucraniano ha puesto al Vaticano y el papa ante un nuevo desafío diplomático, en el que la Santa Sede tiene un estrecho margen de maniobra.
El Vaticano ha mantenido una actitud muy prudente en este conflicto, que le ha valido aceradas críticas de los católicos en Kiev por no haber condenado de forma abierta la política rusa en Ucrania.
El Vaticano mantiene hace décadas un diálogo con el patriarcado ruso, que considera de una importancia capital.
El acercamiento entre las dos iglesias ha sido tal que se llegó a plantear una visita del papa Francisco a Moscú.
Semejante visita habría sido todo un acontecimiento histórico, ya que ningún papa ha viajado a Rusia desde la separación de las iglesias de Oriente y Occidente cuando el cisma del año 1054.
Ucrania, una piedra en el zapato
La crisis ucraniana se ha convertido en un importante escollo dentro de ese diálogo, y los ortodoxos manifestaron a los católicos su descontento con diversos gestos.
El patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa Kirill, por ejemplo, declinó la invitación a las Jornadas Mundiales de la Juventud de 2016 en Cracovia, Polonia, un país que apoya firmemente a Kiev.
Por otro lado, Putin podrá hacerle valer al santo padre que al defender al régimen sirio, que siempre protegió a los cristianos, Rusia se mantiene fiel a su histórico papel de defensora de los cristianos de Oriente, católicos y ortodoxos.
Según el vaticanista Giuseppe Rusconi, del sitio web conservador Rossoporpora, hay también “una convergencia entre Rusia y el Vaticano a la hora de defender valores innegociables”, como el rechazo al matrimonio entre homosexuales.
La Santa Sede también puede encontrar a un aliado en Rusia en su intento de acercarse a China, según varios observadores de la diplomacia vaticana.
Fuente: AFP