Los representantes del Gobierno Bolivariano deben entender que se han equivocado y rectificar, o de lo contrario el desagüadero seguirá hasta que le represa se seque
Los niños y jóvenes suelen ser el futuro de una sociedad, de una nación. Infortunadamente, para nuestra Venezuela ese no pareciera ser el panorama en lo inmediato, ya que a diario, quizá en horas, perdemos este potencial humano al calor de las balas de los delincuentes. Las razones, muchas.
En las casi dos décadas del Gobierno Bolivariano ha sido significativo el asesinato de la muchachada venezolana. Por su puesto, que quienes engrosan estas estadísticas son mayormente los jóvenes de los sectores más populares, claro, también chamos de la clase media y alta, si aún tenemos este tipo de familias en el país.
Cabe la pregunta: ¿Por qué los jóvenes de los barrios son los más vulnerables a ser parte de estas estadísticas? Simple. Estos muchachos no cuentan con espacios deportivos, recreativos, educativos ni culturales que los atrape, pero sí encuentra fácilmente a uno, dos o más sujetos del mundo delictivo que los “enamoran” y los llevan a su terreno de la delincuencia y drogadicción, para la comisión de delitos como robos y otros. Esto sucede debido a la falta de políticas gubernamentales que permitan diseñar planes que logren captar, desarrollar y potenciar a nuestros jóvenes.
Pero parece, que esta situación poco le interesa a los representantes del Gobierno Bolivariano y cada vez es más frecuente, para los periodistas que cubrimos la fuente de sucesos, conocer como caen y caen los muchachos a manos de la desatada delincuencia. Unos, porque se unen a grupos delictivos que constantemente se enfrentan a disparos con sus enemigos y otros, porque suelen ser víctimas de los delincuentes juveniles, que en muchos casos son agresores de su misma o menor edad.
La juventud venezolana se está yendo por un desagüadero. Unos, porque deciden irse del país y otros, porque quedan abaleados en las calles de la patria. Calles en las que, imaginariamente, existen siluetas de personas asesinadas en cada esquina o acera de concreto.
Esta situación, debe llamar a la reflexión a los funcionarios que tienen la responsabilidad de dirigir los múltiples planes que ha anunciado el Gobierno Bolivariano en casi 20 años de poder. Pero, que a juzgar por los hechos, no están dando el resultado esperado. Esta realidad obligaría, a unos gerentes serios, a cambiar la estrategia para lograr el cometido, que no debe ser otro, que nuestros jóvenes se conviertan en profesionales o destacados deportistas, para que no terminen en un cajón, llamado urna, tras recibir varios impactos de bala, en un determinado hecho sangriento en el cual sean víctimas o protagonistas.
Surge una segunda interrogante: ¿Estamos a tiempo de cambiar esta triste realidad? Sí, porque nunca es tarde para recomenzar, pero esto se logra si los representantes del Gobierno Bolivariano entienden que se han equivocado y rectifiquen, o de lo contrario, el desagüadero seguirá hasta que la represa se seque.
Jean Carlos Rodríguez
jcarlos_yaco@hotmail.com
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