Pero el que quedó más afectado de todos fue el pequeño Luke, de tres años, quien solía jugar con el animal y estaba de lo más encariñado, con lo que no ha podido superar su pérdida.
Es por eso que junto a su madre, Luke escribía cada día una carta al «cielo de los perros» para decirle a Moe cuánto lo echaba de menos.
La madre de Luke dejaba la carta en el buzón de casa y la recogía cuando el niño no miraba, hasta que un día olvidó sacarla y llegó de verdad hasta la oficina de correos.
Allí, una trabajadora quedó prendida por la tierna carta del pequeño y decidió responderla como si fuera «Moe».
La madre la recibió en el buzón y la leyó al pequeño, quien quedó de lo más fascinado, pues no entendía donde estaba la mascota de la casa tras fallecer y no dejaba de preguntar cuándo volvería «Moe».
«Estoy en el cielo de los perritos. Juego todo el día. Estoy feliz. Gracias por ser mi amigo. Te quiero mucho», decía la supuesta carta de su mascota.