No sabemos hasta donde avance nuestra selección, pero estamos seguros que Venezuela avanzó al menos dos pasos al celebrar unida
Escasas oportunidades para celebrar ha tenido Venezuela en los últimos años, esto no es poca cosa en un país donde nos encanta el bochinche y cualquier excusa es válida para armar una fiesta. La tragedia, la muerte y la desesperanza se han apoderado de nuestra cotidianidad, obligándonos muchas veces a cuestionarnos sobre lo que somos como nación, lo que proyectamos al exterior, lo que le estamos dejando a las nuevas generaciones. Cuando uno hace ese balance lo menos que nos quedan son ganas de celebrar, sientes dolor por la manera como ha sido golpeado tu gentilicio, quieres levantarlo y lavarle la cara, porque significa levantarte tu, recuperar tu honra y tu dignidad, recuperar tu orgullo de ser venezolano.
En medio de este panorama ustedes dirán que son muchas las cosas que nos separan, quizás tengan razón. No todos evaluamos la situación país igual, algunos siguen viendo culpables en el pasado, otros consideramos que todas nuestras calamidades se potenciaron en los últimos dieciséis años, siendo el peor de los males que nos aquejan el resentimiento y la división. Pero aunque lo que nos separa sea numéricamente apabullante, lo que nos une es mucho más poderoso.
¿Qué puede ser tan poderoso para unir al país más polarizado del continente? Simple, pero a la vez contundente: Un equipo de futbol. Una selección que representa la esperanza de millones, la emoción de soñar, reír, gritar y hasta llorar JUNTOS. Once jugadores que se ponen sobre su pecho la responsabilidad de representar a un país, sin importar el sexo, color o condición política de quienes los siguen. Con ellos también nos molestamos muchas veces, pero siempre en los límites de nuestra filosofía: A la Vinotinto la podremos criticar nosotros, pero no vamos a permitir que nadie de afuera lo haga.
No sabemos hasta donde avance nuestra selección, pero estamos seguros que Venezuela avanzó al menos dos pasos al celebrar unida. Cuando vemos la historia confirmamos el poder del deporte para estrechar lazos, para disminuir diferencias, para cohesionar a un pueblo marcado por la división y el odio. Fue el merito más importante de Mandela en la Sudáfrica del apartheid, unir a una población profundamente fragmentada alrededor de un equipo de rugby, que además representaba el máximo símbolo de supremacía blanca, de la discriminación racial, pero que Mandela pudo ver que por encima de todo eso, representaba a Sudáfrica.
Cuando hemos pasado por tanto, hemos visto tanta persecución y revancha, uno piensa que el cambio de gobierno es una oportunidad para pasar facturas. Esta gente que está en el poder llegó con una lista muy larga para cobrar, pero en su venganza han arrastrado a todo un país. Venezuela no merece vivir eso de nuevo, no merece que la sigan destruyendo con más odio. Quiero un país donde el ejemplo sea el que nos da la Vinotinto, que aun en los momentos más difíciles, deje todo en la cancha para dibujarle una sonrisa treinta millones de venezolanos.
Brian Fincheltub
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