Cientos de personas se reunieron en la iglesia de Carolina del Sur, para rendir un homenaje a las víctimas del ataque del miércoles.
Nueve personas perdieron la vida por los diparos de Dylann Roof, el joven de 21 años que pretendía comenzar una «guerra racial».
Los feligreses cantaron, rezaron y recordaron a las víctimas de la masacre: tres hombres y seis mujeres de raza negra que participaban en grupo de estudio bíblico en las instalaciones de la iglesia.
Roof dijo que pretendía comenzar una «guerra racial», según uno de los investigadores del caso.
Desde el momento de la matanza, la iglesia permaneció clasificada como escena del crimen hasta que el sábado y el domingo retomó sus actividades religiosas.
El reverendo Norvel Goff dio un sermón durante el servicio religioso.
«Las puertas de la iglesia están abiertas», declaró. «Ningún malhechor ni demonio en el infierno o en la Tierra podrá cerrar las puertas de la iglesia de Dios», aseveró el reverendo.
El asiento del pastor de la congregación y senador de Carolina del Sur, Clementa Pickney, una de las víctimas del tiroteo, permaneció cubierto con una tela negra.
Fue un día para sanar, que estuvo lleno de muestras de dolor, solidaridad y fe en Charleston.