Lo llamaban “El Bruto”

  Hay quienes todavía dudan de su responsabilidad en los asesinatos que le fueron imputados. Fue ejecutado por inyección letal en 1944
Hay quienes todavía dudan de su responsabilidad en los asesinatos que le fueron imputados. Fue ejecutado por inyección letal en 1944

Por su escasa inteligencia, gran estatura y aspecto de “buena gente”, al alemán Bruno Lüdke era conocido como el “tonto bueno”, al que los niños del pueblo solían molestar

Bruno Lüdke trabajaba como repartidor de ropa para una tintorería. Se piensa que este hombre asesinó, por lo menos, a 50 mujeres entre 1928 y 1943. Sus crímenes quedaron al descubierto en enero de 1943, cuando unos niños jugaban al escondite en el bosque Köpenich en Alemania y hallaron el cadáver de una mujer.
Tras dar aviso a las autoridades, la policía nazi se presentó en el lugar de los hechos y descubrieron que la mujer había sido estrangulada y después violada. Tras entrevistar a los vecinos del lugar, éstos recordaron que por el lugar solía merodear un sujeto con ropas de obrero y que parecía tener retraso mental.
Se trataba de Bruno Lüdke, a quien le apodaban “El Bruto”. Todos los vecinos lo conocían y la opinión general que había sobre él era que se trataba de un gigante bonachón. La gente lo ayudaba con ropa y comida y dijeron que era asustadizo, tímido y que los chicos del lugar solían burlarse de él, por lo que temía a los niños.

Su vida
Bruno Lüdke nació el 03 de abril de 1908 en Köpenick, un pueblo cerca de Berlín, Alemania, siendo el cuarto hijo de Otto y Emma Lüdke. De pequeño recibió un traumatismo craneal que limitó sus facultades mentales, por lo que fue enviado a una escuela para jóvenes con problemas de aprendizaje.
Tras el fallecimiento de su padre, a causa de un cáncer de laringe, en 1937, Bruno se vio obligado a encargarse del trabajo pesado del negocio familiar que era una lavandería. A partir de 1938 comienza a tener problemas con la policía local, cuando varias personas se quejaron porque maltrataba al caballo que tiraba la carreta de la lavandería.

Al parecer, Bruno azotaba al animal con mucha fuerza. Finalmente, luego de varios estudios médicos realizados por la policía, se demostró que podía manejar su carreta sin problemas a pesar de no saber ubicarse en el espacio y en el tiempo.

Al descubierto

El 29 de enero de 1943, unos niños encontraron el cadáver de Frieda Rössener, una viuda de 59 años que había sido estrangulada, violada y posteriormente robada. Pronto, la policía local de Köpenick envió un reporte a Berlín y se formó un grupo de tres detectives para encargarse del homicidio.
El trío estaba comprendido por el criminólogo Heinz Franz y los investigadores Jachode y Mahnke quienes llegaron a la escena del crimen y tras hacer preguntas a los locales descubrieron que un hombre con retraso mental y ropas de obrero merodeaba por el lugar con frecuencia. Los oficiales comprendieron que se trataba de Bruno Lüdke, el gigante del pueblo.
El detective Franz detuvo a Bruno cuando se dio cuenta que tenía manchas de sangre en su ropa y al preguntarle sobre esto, el gigante dijo que era de una gallina. El investigador recordó que en la escena del crimen había plumas de dicho animal, así que lo arrestó el 18 de marzo de 1943.
En la medida que la investigación progresaba, Franz descubrió que si se acercaba a Lüdke de una manera amable, el gigante le daría toda la información que necesitaba. Pronto, las investigaciones de Franz descubrieron que Bruno era el responsable de estrangular y violar a más de 51 mujeres en un periodo que se extendía entre 1928 y 1943.
Durante el largo periodo que le interrogaron, se suscitaron los nombres de algunas víctimas como Käthe Mundt, Bertha Schulz y la familia Umann. Esta nueva información sorprendió a Franz debido a que ninguno de los lugareños señalaba a Bruno como el asesino y no había reportes de algunas de las muertes.

Castrado y ejecutado
Sin embargo, la verdad era que Heinz Franz ya sabía de los asesinatos de Mundt, Schulz y los Umann, por lo que se teme que el acusado posiblemente solamente “confesaba” lo que el detective quería escuchar y cuando se le mencionaba otra víctima Lüdke, “recordaba” haberla asesinado también.
En ocasiones, Lüdke afirmaba haber matado en Múnich, Hamburgo y hasta en Berlín, pero cuando era llevado a estos sitios, era obvio que el hombre no sabía dónde estaba. Cuando el informe de los asesinatos cometidos por Bruno Lüdke llegó al escritorio de Heinrich Himmler, Comandante en Jefe de las SS, ordenó investigar profundamente el caso porque era imposible que una persona pudiese cometer tales atrocidades durante el mandato del Tercer Reich.
No le tomó mucho a Himmler darse cuenta que Lüdke estaba respondiendo por crímenes que era posible que no hubiese cometido. Así que, como parte de la investigación y para apaciguar a la prensa y a las otras agencias policíacas, Bruno fue llevado a los lugares de los crímenes.
En una de las reconstrucciones de los hechos y mientras se adentraron en automóvil por bosque de Köpenich, el acusado dijo: “los señores se han pasado de sitio”. El conductor dio marcha atrás, los oficiales le quitaron las esposas a Bruno y le pidieron que indicara el lugar donde habían ocurrido los hechos. Sin dudarlo un instante, caminó entre los árboles y señaló un lugar. Después, manifestó: “Aquí la encontré, aquí la golpeé, aquí la estrangulé, aquí la violé”.
Bruno no pudo ser enjuiciado por estrangular y violar a sus víctimas, pues una persona con deficiencias mentales no era considerada responsable de sus actos. Sin embargo, fue usado como conejillo de indias en varias instituciones mentales y hospitales. Como castigo, fue castrado y ejecutado por inyección letal en una prisión policial de Viena el 08 de abril de 1944.

¿Reabrirán el caso?
A pesar de que Bruno Lüdke pasó a la historia como uno de los peores asesinos en serie de Alemania, han surgido varios intentos de reabrir el caso por la División de Asuntos Internos de esta nación, pues se considera que los informes policiales de la época son incoherentes y poco claros. Asimismo, parece increíble que un hombre con retraso mental, pudiese evadir a las autoridades durante casi 20 años, más aún si se toma en cuenta el contexto histórico de la Alemania de esa época, donde gobernaba el Tercer Reich que mantenía a la población bajo un estricto control.

Edda Pujadas
Twitter: @epujadas

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