La fatiga de los venezolanos ante el decadente diosdadomadurismo, y el deseo de alcanzar mejor calidad de vida, seguridad y desarrollo hacen vislumbrar cambios, así se huele en la calle y en las colas, también lo expresan chavistas que recuerdan como días buenos los del comandante eterno, achacando la debacle a Diosdado y a Nicolás. Las recientes elecciones de la oposición y del gobierno son un termómetro de la reacción de unos y otros cara al 6 de diciembre; en las primeras de ellas se duplicó el número de participantes en relación a las primarias del 2010, mientras en la segunda y más reciente el vacío fue notorio. Al final hubo muy pocos votos, a pesar de que se contaron más votos que votantes.
Insisto en lo que he sustentado reiteradamente, la salida electoral no es la salida, es una salida, no debemos centrar toda la atención y la acción, todo el esfuerzo hacia el 6 de diciembre, fecha que “le arrancamos al CNE” gracias a la presión interna e internacional. Hay otras salidas constitucionales. Debemos trabajar en la calle al lado del pueblo y sus comunidades, en apoyo a sus luchas y afanes; debemos atender también el reclamo de los militares -particularmente el de los soldados- venezolanos como todos nosotros, quienes junto a sus familias padecen de la tragedia de la inseguridad, el desabastecimiento y la inflación. Ataquemos en todos los frentes.
Los vientos de cambio lo reflejan los encuestas, el alto número de consultados que dicen que van a ir a votar el 6 de diciembre y el número superior al 70 % que expresa que sufragará por la alternativa democrática. Es obvio el cansancio que producen 16 años de pelea estéril, de confrontación, empobrecimiento y corrupción, de pérdida de valores y cierre de puertas al futuro.
A mitad de mañana del domingo de primarias del continuismo quise constatar el vacío en las mesas electorales, y salí a dar una vuelta por varios centros de Caracas y de los cuatro municipios metropolitanos de Miranda. Lo vi, no me lo contaron. Sin hipérbole, sin exageración alguna, personalmente no encontré centros electorales con colas. El pueblo chavista dijo no a la farsa.
Si hubiese tenido alguna duda del rechazo popular al diosdadomadurismo y a las primarias de fachada, se me habría borrado al escuchar a Maduro cuando dijo en tono amenazante, para mover a funcionarios públicos y a quienes reciben beca o son beneficiarios de alguna misión, “Vamos a tener acceso al listado de personas que votaron. Sabemos quién vota y quién no vota”. Nicolás, ya la gente no te tiene miedo, más le temen al hambre y a la delincuencia desbordada. No obstante, debo imaginar que algunos de los que salieron a sufragar lo hicieron bajo presión.
Más expresivo y patético fue el gesto angustiado del comando diosdadomadurista al ordenar, sin que hubiese gente en colas para votar, mantener abiertas las mesas; primero extendieron de 6 p.m. a las 8, luego prorrogaron hasta las 9 y más tarde hasta las 10 de la noche. Era intento agónico de mover por lo menos a algunos empleados públicos más. Tengo cuatro amigos enchufados en modestos cargos (a lo que tienen derecho como cualquier venezolano) y ninguno de ellos fue a votar, no obstante a los cuatro -uno en Aragua, otro en Miranda y dos en Caracas- fueron llamados por teléfono y a sus casas llegaron a buscarlos para conducirlos a su centro electoral. El diosdadomadurismo está listo, huele a formol.
Ya es hora de reaccionar; la violencia y los saqueos que comienzan a verse no se deben repetir; que no haya derramamiento de sangre, pero sí sangre en las venas de los patriotas demócratas y libertarios para buscar y encontrar salida. Algo más que no puede fallar es la unidad, esta, como diría Bolívar, “nos hará invencibles”. Soplan vientos de cambio.
Paciano Padrón
Twitter: @padronpaciano.