Cuando hay que pagar una resma de papel a 4.500 bolívares, o 21 mil bolívares por un par de zapatos, cuando es “normal” que un celular inteligente valga lo que antes valía un apartamento, cuando esas cosas ocurren, entonces no hay duda: El gobierno quebró al país, lo saqueó, convirtieron la miseria de millones en el gran negocio de unos pocos, y todo eso lo hicieron en apenas 16 años… ¡Y en nombre del socialismo!
“¿Y al pueblo que le importa a cuánto se ponga el dólar? ¡Total, el pueblo no gana en dólares, lo que gana lo gana en bolívares y nunca viaja a ninguna parte!”.
Esas son las expresiones que usaban hasta hace poco los voceros del gobierno y del PSUV, para tratar de restarle importancia a la demolición del bolívar. Acostumbrados a hablar “en nombre del pueblo” sin consultarlo, es decir, acostumbrados a sustituir al pueblo en vez de expresarlo o representarlo, la clase política gobiernera pensó que una vez mas podían salirse con la suya. No fue así.
“Canilla today”
Es posible que el común de la gente no tenga postgrados en macroeconomía ni haya hecho cursos avanzados de análisis de datos, pero eso no hace falta para identificar con precisión lo que está ocurriendo en Venezuela. El hombre de la calle, la mujer del pueblo saben que si van a comprar pan y no lo encuentran, o lo encuentran racionado, es porque en Venezuela no se siembra trigo. El trigo es importado. Y al importarlo hay que pagarlo con dólares. Y dólares no hay. Y no hay porque se los robaron. Así que claro que sí existe una relación directa entre la vida concreta del pueblo y el precio del dólar, como expresión del desastre perpetrado por el gobierno en materia económica.
Y no es sólo el tema del pan. Cuando hay que pagar una resma de papel a 4.500 bolívares, o 21 mil bolívares por un par de zapatos, o cuando se buscan medicinas y no se encuentran, cuando no hay vehículos nuevos en los concesionarios y los usados valen 100 veces más que cuando estaban nuevos, cuando es “normal” que un celular inteligente valga lo que antes valía un apartamento, cuando esas cosas ocurren, entonces no hay duda: El gobierno quebró al país, lo saqueó, convirtieron la miseria de millones en el gran negocio de unos pocos, y todo eso lo hicieron en apenas 16 años… ¡Y en nombre del socialismo!
La calle con pueblo…
Sin embargo, el desastre económico del gobierno no es por si mismo garantía de cambio político. Es necesario, junto a la denuncia certera de lo que hoy pasa, levantar la alternativa que se propone, la realidad a la que se aspira. Luchamos porque queremos una Venezuela del primer mundo, capaz de garantizarle alta calidad de vida a todos sus habitantes y para eso tenemos que tener una economía libre, abierta, productiva, que sea capaz de financiar una sociedad justa, inclusiva, solidaria, donde el pobre tenga las herramientas de educación y de trabajo que le permitan hacerse propietario de su vida y salir de la pobreza siendo dueño de su futuro, y eso sólo es posible en el marco de una democracia funcional, eficiente, transparente, porque si no estamos en un gobierno democrático quienes detentan el poder tienen la tentación, sin sanción alguna, de abusar de ese poder y terminan robándose el dinero y atropellando a la gente, como hoy
Para lograr todo eso hay que tener un gobierno distinto y una ciudadanía diferente, empoderada, que asuma lo público como propio, y todo esto pasa ahora en primera instancia por la victoria democrática en las elecciones parlamentarias. Responder a preguntas cruciales sobre cómo se defienden los votos en la Cota 905 de Caracas, en Los Tronconales de Barcelona, en la Parroquia Miguel Peña de Valencia, es decir, cómo se defienden los votos en la pobreza urbana y en la rural, pasa por un tema fundamental: ORGANIZACIÓN Y ACTIVISMO, esos votos allí se defienden con la gente de allí, que por cierto también está harta de este gobierno, pero necesita información, herramientas y eso se logra es a partir del contacto cercano, del casa por casa, del puerta a puerta de tomar esa “calle” que desde hace mucho venimos diciendo que es la fundamental: la calle con pueblo por convencer.
Conducción y organización
La dirigencia política opositora debe aportar CAPACIDAD DE CONDUCCIÓN en esta hora de crisis, de desmantelamiento del Estado, de fractura de la convivencia, y esa capacidad de conducción debe expresarse en lo oportuno de sus orientaciones, en la pertinencia de sus planteamientos y en la calidad de sus propuestas. La ciudadanía democrática debe aportar organización, esfuerzo sistemático y compromiso. 16 años de mesianismo, caudillismo y falsos héroes son mas que suficientes. El desastre a que nos han conducido esa receta es harto evidente. A las soluciones que Venezuela requiere no se llegara porque el país se apelotone detrás de un supuestamente nuevo “liderazgo carismático”. Venezuela necesita, requiere, exige, trabajo en equipo y claridad de miras. La realidad económica determinó que en nuestro país se produjera en este año 2015 lo que para muchos era imposible: Un pacto no escrito entre los pobres y la clase media, para juntos salir de este régimen calamitoso y corrupto. Eso es lo que hay en la calle, lo que se refleja en las encuestas. Ese es el resultado del malestar que hoy atraviesa por igual barrios y urbanizaciones, escalinatas y avenidas. Ahora es necesario proyectar ese nuevo pacto de cara al futuro.
¡Claro que se puede!
En efecto, el exitoso pacto de los pobres con la clase media esta acabando con el Régimen. Esta Nueva Mayoría en ciernes, esta policlasista Unidad Nacional lo primero que tiene que hacer es transformar la intención de voto en voto real, convertir la posibilidad de victoria en victoria cierta. Lo segundo es transformar la victoria electoral en triunfo político, colocando efectivamente a todo el poder al servicio del país. Lo tercero es avanzar con un proyecto común en la construcción de esa economía libre, de esa sociedad inclusiva y de esa democracia funcional que son las tres herramientas indispensables para llegar al Primer Mundo. Y todo eso es posible, si lo asumimos juntos, Políticos con Mayùscula, Ciudadanos con “C” grande, venezolanos todos.
¡Claro que se puede! ¿No hemos podido los venezolanos hacer empresas como Empresas Polar? ¿No hemos podido los venezolanos construir instituciones como Fe y Alegría? ¿No hemos sido los venezolanos capaces de construir maravillas como el Sistema Nacional de Orquestas, el Metro de Caracas, el Teatro Teresa Carreño, el Acueducto Tuy II y el Sistema Eléctrico Interconectado? ¿Es que no fuimos nosotros, los venezolanos, los que a pulso convertimos la PDVSA original en una de las empresas petroleras mas prestigiosas del mundo, y que logramos hacer de las empresas de la CVG el sueño posible de una Venezuela industrial post-petrolera? Este país no siempre fue el desastre de los últimos 16 años. Venezuela es mucho, mucho más. Y rescatarla no solo es posible: ¡Es obligatorio! ¡Palante!
Radar de los Barrios
Jesús Chúo Torrealba*
Twitter: @chuotorrealba
Secretario Ejecutivo de la Mesa de Unidad Democrática